
30 de agosto de 2025 a las 09:15
Descubre la magia del Bolero
La luna, redonda y brillante como una moneda recién acuñada, bañaba las calles empedradas con su luz plateada. El aroma a azahar y lavanda, proveniente de los jardines vecinos, se mezclaba con la humedad de la noche, creando una atmósfera mágica, casi irreal. Bajo ese cielo estrellado, Enamoradicio, con el corazón latiéndole a ritmo de bolero, esperaba ansioso el inicio de la serenata. Había puesto todas sus esperanzas en la música, en la poesía de Sabines, de Acuña, de Nervo, en la magia de una noche de luna llena, para conquistar el corazón de la esquiva Jovita. Libertino, su consejero y amigo, le había dado la clave: el romanticismo a la antigua usanza, el detalle que derrite hasta el hielo más gélido.
El Trío Arcoíris Musical, impecablemente vestidos y con sus guitarras relucientes bajo la luz lunar, se preparaban para dar inicio al concierto. Las luciérnagas, como pequeños farolillos suspendidos en el aire, danzaban alrededor, creando un espectáculo de luces intermitentes. Los grillos, desde sus escondites en la hierba, aportaban la percusión natural, un cri-cri constante que se fundía con el croar de las ranas provenientes de alguna acequia cercana. Hasta los animales del vecindario, gatos y perros, parecían embelesados, como hipnotizados por la belleza inminente. El sereno, testigo silencioso de tantas historias nocturnas, observaba la escena desde su banqueta, con una sonrisa comprensiva dibujada en el rostro.
“Arranquense con ‘Por ti’”, susurró Enamoradicio, con la voz cargada de nerviosismo y esperanza. Y las notas, dulces y melancólicas, comenzaron a flotar en el aire nocturno. El rasgueo de las guitarras, preciso y delicado, acompañaba la voz del cantante, que se elevaba con pasión interpretando la canción: “Por ti yo dejé de pensar en el mar, por ti yo dejé de fijarme en el cielo, por ti me ha dado por llorar como el mar…”. Cada verso era una declaración, un suspiro de amor lanzado al viento, con la esperanza de que llegara a los oídos de Jovita.
La tradición de las serenatas, ese ritual de amor heredado de España, cobraba vida en esa noche mágica. Como bien señala Gabriel Saldívar en su “Historia de la Música en México”, estos “gallos”, como se les llamaba antaño, eran la expresión más pura del romanticismo, la forma en que los enamorados declaraban su amor bajo el manto de la noche. Y aunque no existen registros escritos de esas primeras serenatas, su esencia se ha mantenido a través del tiempo, como un testimonio vivo de la tradición musical mexicana.
La canción romántica, como describe Yolanda Moreno Rivas en su “Historia Ilustrada de la Música Popular Mexicana”, es el lenguaje del alma enamorada, la expresión de los sentimientos más tiernos, lejos del despecho y la bravura. Y en esa noche, la música del Trío Arcoíris Musical era la voz del corazón de Enamoradicio, un canto al amor puro y sincero.
El bolero, ese género musical que ha conquistado corazones a lo largo de la historia, tenía su propio espacio en esa serenata. Como afirma Jaime Almeida en “Un Siglo de Historia Musical”, "Morenita Mía" de Armando Villarreal Lozano marcó un hito en la música mexicana, dando inicio a una época dorada para el bolero romántico. Y en esa noche, bajo la luz de la luna, las notas del bolero resonaban con una fuerza especial, llenando el aire de romanticismo y nostalgia.
Las voces del Trío Arcoíris Musical, acompañadas por el sonido melodioso de las guitarras, continuaban tejiendo su magia. “Júrame que aunque pase mucho tiempo, no olvidarás el momento en que yo te conocí…”, cantaban con pasión, mientras Enamoradicio, con la mirada fija en la ventana de Jovita, esperaba con el alma en vilo una señal, una respuesta a su declaración de amor. La noche, la música, el aroma a azahar y lavanda, todo conspiraba para crear una atmósfera de romance y esperanza. El destino de Enamoradicio, y la respuesta de Jovita, quedaban suspendidos en el aire, bajo el embrujo de la serenata.
Fuente: El Heraldo de México