
30 de agosto de 2025 a las 02:30
Protege la magia: Apoya el arte huichol
La sombra de la piratería se cierne sobre el arte ancestral de México, poniendo en peligro la riqueza cultural y el sustento de las comunidades originarias. Dagoberto Robles González, enlace del Fondo Nacional para las Artesanías (FONART), ha expresado su preocupación por la creciente ola de falsificaciones que afecta especialmente a las creaciones de los pueblos originarios. “Es una situación complicada, tristemente una realidad que estamos enfrentando”, declaró Robles González, subrayando la urgencia de tomar medidas para proteger el patrimonio artesanal del país.
Esta problemática no solo representa una pérdida económica, sino también un profundo menosprecio al valor cultural y al trabajo minucioso de los artesanos. Robles González enfatiza la necesidad de empoderar a los creadores, brindándoles las herramientas y el apoyo necesario para comercializar directamente sus obras, evitando así la intermediación que a menudo los deja en desventaja. “Que sobre todo ellos los vendan y den a conocer su trabajo”, insiste el enlace de FONART, promoviendo la conexión directa entre el artista y el comprador como un mecanismo para valorar la autenticidad y el esfuerzo detrás de cada pieza.
El arte wixárika, con sus vibrantes textiles, bordados y joyería, se encuentra entre los más vulnerables a la piratería. La elaboración de estas piezas requiere un conocimiento ancestral transmitido de generación en generación, técnicas especiales y una profunda conexión con la cosmovisión wixárika. Cuadros de estambres, cargados de simbolismo y color, también son frecuentemente “pirateados”, ofreciendo imitaciones que carecen del alma y la historia que impregnan las obras originales.
Sin embargo, Dagoberto Robles González señala que la vestimenta tradicional wixárika, gracias a su complejidad técnica y la riqueza de sus detalles, ha resistido mejor el embate de las falsificaciones. “El vestuario no está tan pirateado, todavía resiste porque son técnicas diferentes y ancestrales”, explica, destacando la dificultad de replicar la maestría de los artesanos wixárika. La diferencia entre una pieza auténtica y una imitación es evidente para el ojo conocedor, revelando la historia, la tradición y la dedicación que solo las manos expertas pueden plasmar.
Una práctica particularmente preocupante es la compra de artesanías a precios irrisorios en las comunidades, para luego revenderlas a precios exorbitantes en zonas urbanas y otros países. Se han documentado casos en los que una pieza adquirida por 1,000 pesos es revendida hasta por 5,000 pesos, generando enormes ganancias para los intermediarios mientras que los creadores reciben una mínima parte del valor real de su trabajo. Esta práctica no solo es injusta, sino que también perpetúa la devaluación del arte popular y la explotación de las comunidades que lo producen.
Ante esta situación, se hace imperativo fortalecer las estrategias de protección del patrimonio artesanal, promoviendo la compra directa a los artesanos, educando a los consumidores sobre la importancia de valorar la autenticidad y implementando medidas para controlar la comercialización de falsificaciones. Solo así podremos preservar la riqueza cultural de México y asegurar un futuro digno para los artistas que la mantienen viva. El arte no es solo un objeto, es la expresión de un pueblo, su historia y su identidad, y merece ser protegido y valorado en toda su dimensión.
Fuente: El Heraldo de México