
Inicio > Noticias > Infraestructura
29 de agosto de 2025 a las 21:15
50 Años de Drenaje: ¿Está Funcionando?
Cincuenta años. Medio siglo. Esa es la edad del titán subterráneo que silenciosamente ha protegido a la Ciudad de México de convertirse en una Venecia moderna. El Drenaje Profundo, una obra de ingeniería colosal que en su momento representó la vanguardia tecnológica y la esperanza de una ciudad libre de inundaciones, hoy se encuentra en una encrucijada. Su vida útil, proyectada entre 30 y 50 años, se ha cumplido, y el coloso muestra signos inequívocos de fatiga.
Imaginen la magnitud de la obra: 272 kilómetros de túneles, cada uno con siete metros de diámetro, excavados bajo una ciudad en constante movimiento. Once mil trabajadores, 500 ingenieros y siete empresas mexicanas se unieron en un esfuerzo titánico para construir esta red invisible, un laberinto subterráneo que a diario aleja millones de litros de aguas residuales y pluviales. Un esfuerzo que, lamentablemente, costó la vida a más de 50 mexicanos, héroes anónimos que merecen ser recordados.
La Ciudad de México, como un organismo vivo, respira y se transforma. Su crecimiento, a veces desordenado, ha superado cualquier proyección imaginable en los años sesenta y setenta, cuando se concibió el Drenaje Profundo. La población, que se estimaba en millones, hoy rebasa los 9.2 millones dentro de la ciudad y los 22 millones en la zona metropolitana. Este crecimiento exponencial ha puesto una presión descomunal sobre la infraestructura, llevándola al límite de su capacidad.
El hundimiento de la ciudad, un fenómeno inevitable, ha agravado la situación. La pendiente original del drenaje se perdió hace más de tres décadas, lo que obliga al uso de plantas de bombeo para impulsar el agua hacia el Túnel Emisor Oriente. Las piezas de este complejo mecanismo, muchas de ellas obsoletas, luchan por mantenerse en funcionamiento, como un corazón cansado que bombea con dificultad.
El desgaste, la falta de mantenimiento, las fugas… son síntomas de una enfermedad que amenaza con colapsar el sistema. Las conexiones domiciliarias, a menudo descuidadas, se convierten en puntos de partida para filtraciones que contaminan los pozos de agua potable, poniendo en riesgo la salud pública. Imaginen la ironía: el sistema diseñado para proteger a la ciudad, podría convertirse en un vector de enfermedades.
El escenario es preocupante. Urbanistas advierten que podríamos sobrevivir un mes sin el Metro, pero un mes sin el Drenaje Profundo sumiría a la ciudad en una catástrofe de proporciones bíblicas. Inundaciones, daños a la infraestructura, enfermedades… un panorama desolador.
A pesar de la urgencia, el Plan Maestro de Manejo Hidráulico de la Ciudad de México, que debería haber visto la luz en 2022, sigue en el limbo. Si bien el Programa de Gestión Integral de los Recursos Hídricos 2025-2030 presenta avances en materia de acceso al agua potable, no aborda directamente la problemática del Drenaje Profundo.
La solución no es sencilla. No basta con parches y reparaciones. Se necesita un cambio de paradigma. Un plan integral que considere el crecimiento poblacional, la captación y tratamiento de aguas pluviales, y un enfoque sostenible que rompa con la dependencia de la extracción de acuíferos. Se requiere una inversión significativa, no recortes presupuestales. El futuro de la ciudad depende de ello.
El Drenaje Profundo, el gigante silencioso que durante décadas ha trabajado incansablemente bajo nuestros pies, nos lanza un llamado de auxilio. Es hora de escucharlo, de actuar con responsabilidad y de invertir en su futuro, que es también el nuestro.
Fuente: El Heraldo de México