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25 de agosto de 2025 a las 10:00

Fin a la pobreza: ¿Misión imposible?

¿Recuerdan la promesa de un México sin pobreza? Resuena en los oídos, ¿verdad? Un eco constante en discursos oficiales, repetido como un mantra en las conferencias de prensa. Pero, ¿qué hay detrás de esas palabras? ¿Dónde está la evidencia sólida que respalde semejante afirmación? La realidad, lamentablemente, se dibuja con trazos mucho más complejos.

El Coneval, ese árbitro independiente que alguna vez nos ofreció una visión objetiva de la pobreza en México, ya no existe. Su voz, basada en datos verificables, se ha silenciado. Aquella institución que en 2023 nos mostró una disminución en la pobreza, pero también nos alertó sobre la persistencia de la pobreza extrema, ha sido relegada. Nueve millones de mexicanos, recordemos, seguían sin poder cubrir sus necesidades más básicas. Nueve millones de historias de lucha diaria por la supervivencia.

Ahora, las cifras que nos llegan provienen directamente del gobierno. Un gobierno que, curiosamente, se beneficia de presentar una imagen optimista, aunque no necesariamente refleje la realidad. Y no se trata de un detalle menor. La diferencia entre una pobreza decreciente y una pobreza estancada puede definir el rumbo de las elecciones, la asignación de presupuestos y el diseño de las políticas públicas. Juegan con nuestra percepción, manipulando la narrativa a su conveniencia.

Nos toman por ingenuos, como si ignoráramos las múltiples caras de la pobreza. Creen que no entendemos que la falta de un techo digno es tan lacerante como la imposibilidad de llevar alimento a la mesa tres veces al día. Que la pobreza se manifiesta de diversas formas, en carencias que van más allá de un ingreso insuficiente.

Es cierto que los programas sociales y la transferencia de dinero pueden mitigar algunas de estas carencias. Pero no son la solución definitiva. Un puñado de pesos no reconstruye un sistema de salud en ruinas, no compensa la falta de maestros en las aulas ni garantiza empleos formales con seguridad social. El propio Coneval, antes de su desaparición, documentó el aumento en la carencia de acceso a servicios de salud, pasando de un 16.2% en 2018 a un alarmante 39.1% en 2022. ¿Cómo podemos hablar de una disminución de la pobreza cuando la enfermedad y la falta de atención médica azotan a cada vez más mexicanos?

El discurso oficial, en su afán triunfalista, nos vende una historia de éxito que no se sostiene. La pobreza no desaparece por decreto. Medirla con precisión requiere rigor técnico, transparencia y una metodología consistente. Justo lo que el Coneval garantizaba. Sin ese contrapeso, las cifras gubernamentales se convierten en un acto de fe, lejos de la objetividad que necesitamos.

Merecemos saber la verdad. Merecemos conocer si nuestras condiciones de vida mejoran o empeoran, sin maquillaje ni manipulaciones. Negar la pobreza o minimizar su impacto solo profundiza la desigualdad. No necesitamos discursos optimistas, sino políticas públicas integrales que aborden las carencias estructurales. Repartir dinero no es lo mismo que construir un país donde salir de la pobreza sea una posibilidad real. ¿No es así, Presidenta? La pregunta queda en el aire, esperando una respuesta que vaya más allá de las palabras.

Fuente: El Heraldo de México