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8 de agosto de 2025 a las 02:00

Chapo Guzmán: Niegan más contacto con abogado

La saga del Chapo continúa. Tras las rejas de la infame prisión ADX Florence, Joaquín Guzmán Loera, el otrora líder del Cartel de Sinaloa, alza la voz, no para dictar órdenes en el mundo del narcotráfico, sino para clamar por sus derechos. En una carta escrita a puño y letra, con la tinta cargada de desesperación y la firma temblorosa quizás por la fría realidad de su encierro, el Chapo denuncia un silencio que lo aprisiona más que los muros de concreto que lo rodean. Diez meses. Diez largos meses sin recibir noticias de su abogado, José Israel Encinosa. Dos cartas, como dos botellas lanzadas al mar de la burocracia, perdidas en el limbo entre el mundo exterior y la solitaria celda del capo. Diez meses sin la posibilidad de una visita, sin el consejo legal que le permita navegar en el complejo laberinto judicial que define su destino.

El juez Brian Cogan, figura central en la saga judicial del Chapo, recibió la misiva. Un grito de auxilio dirigido al hombre que ha presidido "Los Juicios del Narco", la figura que ha escuchado los testimonios, las acusaciones, las defensas en estos casos que han capturado la atención del mundo. Pero Cogan, con la frialdad de la ley, responde que ha tocado a la puerta equivocada. La jurisdicción, ese intrincado mapa de competencias legales, le impide intervenir en las condiciones de encarcelamiento del Chapo. El Buró de Prisiones (BOP) o la Corte del estado donde se encuentra recluido, esas son las instancias a las que debe dirigirse.

La respuesta del juez, plasmada en un documento oficial, no solo delimita las fronteras de su poder, sino que también subraya la ironía de la situación. El Chapo, el hombre que una vez controló un imperio criminal, ahora se encuentra a merced de la burocracia, obligado a seguir los conductos regulares, a esperar los tiempos de la justicia, a someterse a las reglas del sistema que él mismo desafió. Y aún más, se le recuerda que, a pesar de su intento de abogar por sí mismo, debe contar con representación legal. La carta escrita a mano, un gesto desesperado por romper el silencio, se convierte en un recordatorio de su situación actual: un prisionero, sujeto a las leyes y a los procedimientos, sin el poder que una vez ostentó.

La historia del Chapo, una vez llena de audacia y violencia, ahora se escribe con la tinta de la soledad y la impotencia. La lucha por la comunicación, por el acceso a su abogado, se convierte en un nuevo capítulo en la larga saga de su vida. ¿Logrará el Chapo romper el silencio que lo rodea? ¿Podrá acceder a la ayuda legal que necesita? El futuro del capo, una vez amo y señor de un imperio criminal, ahora se encuentra en manos de la burocracia, en los laberintos de la justicia, en la fría realidad de su encierro.

Fuente: El Heraldo de México