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24 de julio de 2025 a las 08:20

Justicia para Mía: Sentencia al agresor.

La sombra de la impunidad que por casi tres años se cernió sobre el caso de Mya Naomi Villalobos Saldaña, finalmente comienza a disiparse. Erick David B.C., su agresor, ha ingresado al Centro Especializado en Reinserción Social para Adolescentes (Cersai) de Chihuahua para cumplir una condena de cuatro años y ocho meses. Si bien este es un paso hacia la justicia, el sabor amargo de la indignación persiste. Cuatro años y ocho meses parecen una condena irrisoria ante la brutalidad del ataque: 47 puñaladas que marcaron el cuerpo y el alma de una joven de tan solo 17 años. 47 puñaladas que resonaron como un grito desesperado ante la violencia machista que aún permea nuestra sociedad.

El caso de Mya Naomi no es un hecho aislado. Es un reflejo desgarrador de la vulnerabilidad a la que se enfrentan miles de mujeres, especialmente las adolescentes, en un contexto donde la violencia de género sigue siendo una lacerante realidad. La saña con la que Erick David B.C. atacó a su entonces pareja, tras la decisión de Mya de terminar la relación, pone en evidencia la profunda necesidad de educación en igualdad y respeto. No podemos seguir normalizando la violencia como una respuesta a la frustración o al rechazo.

La indignación que ha generado este caso, manifestada en las protestas de colectivos feministas y organizaciones defensoras de derechos humanos, es completamente legítima. No se trata solo de la gravedad del ataque, sino también de la forma en que el sistema judicial abordó el proceso. La aplicación de la Ley de Justicia Especial para Adolescentes Infractores, si bien contempla la edad del agresor, en este caso específico parece haber privilegiado la protección del victimario por encima de la justicia para la víctima. ¿Es justo que 47 puñaladas se traduzcan en menos de cinco años de prisión? ¿Qué mensaje estamos enviando a la sociedad con este tipo de sentencias?

La reclasificación del delito de homicidio doloso en grado de tentativa a lesiones calificadas y violencia familiar, permitió a Erick David B.C. evadir la prisión inmediata y permanecer en libertad bajo amparo durante casi tres años. Tres años en los que Mya Naomi tuvo que lidiar con las secuelas físicas y emocionales de un ataque brutal, mientras su agresor seguía en libertad. Tres años que demuestran las fallas de un sistema que necesita una reforma urgente para garantizar la protección de las víctimas y la sanción ejemplar de los agresores.

El camino hacia la recuperación para Mya Naomi será largo y arduo. Las cicatrices físicas y emocionales de este ataque la acompañarán por el resto de su vida. Pero su valentía al denunciar y al visibilizar su caso, ha abierto una ventana de esperanza para otras mujeres que viven situaciones similares. Su lucha es la lucha de todas.

La entrada de Erick David B.C. al Cersai, aunque tardía, es un pequeño triunfo para Mya Naomi y para todas las mujeres que exigen justicia. Sin embargo, no podemos quedarnos aquí. Es imperativo que este caso sirva como un catalizador para impulsar cambios profundos en nuestro sistema judicial y en nuestra sociedad. Necesitamos leyes más justas y efectivas que protejan a las víctimas de violencia de género, y necesitamos educar en igualdad y respeto desde la infancia para prevenir que este tipo de atrocidades se sigan repitiendo. El futuro de nuestras jóvenes depende de ello.

Fuente: El Heraldo de México