
24 de julio de 2025 a las 07:45
El COVID-19 y el envejecimiento cerebral acelerado
La pandemia, un enemigo invisible que asoló al mundo, dejó cicatrices más profundas de lo que imaginábamos. No solo en los pulmones de quienes la padecieron, sino que se ha infiltrado sigilosamente, dejando una huella indeleble en el órgano más complejo y misterioso: el cerebro. Un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista Nature ha desvelado un hallazgo inquietante: nuestros cerebros han envejecido a un ritmo acelerado durante la pandemia, incluso en aquellos que no se contagiaron. Imaginen las manecillas de un reloj avanzando a mayor velocidad, robándonos meses, incluso años, de nuestra preciada juventud cerebral.
Este envejecimiento prematuro, detectado a través de sofisticados escaneos cerebrales, se manifiesta como cambios estructurales en la materia gris. Es como si el estrés, la incertidumbre y el aislamiento que vivimos durante la pandemia hubieran dejado su marca indeleble en la arquitectura de nuestro cerebro. Y lo más preocupante es que este fenómeno es más pronunciado en los más vulnerables: personas mayores, hombres y aquellos que viven en entornos desfavorecidos. La pandemia, como un cruel depredador, se ceba con los más débiles.
Sin embargo, hay un rayo de esperanza en medio de la oscuridad. Aunque los cerebros envejecieron más rápido, las pruebas cognitivas revelaron que la agilidad mental solo disminuyó en aquellos que contrajeron la COVID-19. Esto sugiere que el envejecimiento cerebral acelerado no se traduce necesariamente en un deterioro inmediato de nuestras capacidades cognitivas. Es como si el cerebro, en un acto de resistencia heroica, luchara por mantener su funcionalidad a pesar del desgaste sufrido.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores analizaron miles de imágenes cerebrales de participantes sanos, utilizando complejos modelos de aprendizaje automático para predecir la edad cerebral y compararla con la edad cronológica. La diferencia entre ambas, la llamada "brecha cerebral", reveló la magnitud del envejecimiento acelerado. El estudio, meticuloso y riguroso, nos ofrece una ventana a los complejos mecanismos que rigen el funcionamiento de nuestro cerebro en tiempos de crisis.
Ali-Reza Mohammadi-Nejad, uno de los autores del estudio, nos recuerda que la salud cerebral no solo se ve afectada por la enfermedad, sino también por nuestro entorno cotidiano. El estrés, la falta de interacción social, la incertidumbre económica, todos estos factores contribuyen al desgaste de nuestro preciado cerebro. La pandemia nos ha enseñado una lección invaluable: debemos cuidar de nuestra salud mental con la misma diligencia con la que cuidamos de nuestra salud física.
¿Qué podemos hacer para contrarrestar este envejecimiento acelerado? La ciencia aún no tiene todas las respuestas, pero sabemos que un estilo de vida saludable, que incluya ejercicio regular, una dieta equilibrada, un sueño reparador y la gestión del estrés, puede ayudar a proteger nuestro cerebro del desgaste. Además, mantener una vida social activa, cultivar nuestras relaciones interpersonales y estimular nuestra mente con actividades intelectualmente desafiantes son herramientas esenciales para preservar la salud cerebral. La pandemia nos ha recordado la importancia de cuidar de nosotros mismos, en cuerpo y mente, para afrontar los desafíos que la vida nos presenta. Nuestro cerebro, ese universo complejo y fascinante que nos define como seres humanos, merece toda nuestra atención y cuidado.
Fuente: El Heraldo de México