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23 de julio de 2025 a las 20:00

¿Peligro desde el espacio?

El espacio, esa inmensidad oscura y misteriosa, nos recuerda constantemente nuestra pequeñez en el cosmos. Y aunque a menudo miramos hacia arriba con asombro y curiosidad, a veces una pizca de inquietud se mezcla con la fascinación. Recientemente, la NASA, el faro de la exploración espacial, ha anunciado el paso cercano del asteroide 2025 OW, una roca espacial del tamaño de la Torre Inclinada de Pisa, que transitará relativamente cerca de nuestro planeta. Si bien la agencia espacial ha descartado cualquier riesgo de impacto, la noticia inevitablemente nos hace reflexionar sobre nuestra vulnerabilidad ante estos gigantes cósmicos.

Imaginen por un instante: 210 pies de roca, un edificio de 15 pisos surcando el espacio a una velocidad de más de 47 mil millas por hora. Es una imagen que evoca tanto la grandeza del universo como la fragilidad de nuestra existencia. 2025 OW, aunque no representa una amenaza inminente, se convierte en un recordatorio palpable de que compartimos el espacio con innumerables objetos, algunos de los cuales podrían representar un peligro potencial en el futuro.

La distancia a la que pasará, un poco más allá de la órbita lunar, puede parecer enorme en términos terrestres, pero en la escala cósmica es un suspiro. Es una distancia que nos permite respirar tranquilos en esta ocasión, pero que subraya la importancia de la vigilancia constante que realiza la NASA y otras agencias espaciales alrededor del mundo. El Laboratorio de Propulsión a Chorro, con su incansable labor de monitoreo, se convierte en nuestro centinela espacial, rastreando estos objetos y calculando sus trayectorias con precisión milimétrica.

Y 2025 OW no viaja solo. Forma parte de un pequeño grupo de asteroides que se acercarán a la Tierra en los próximos días. Aunque de menor tamaño, estos acompañantes cósmicos nos recuerdan que el tráfico espacial es constante y que la vigilancia no puede cesar. Dos de ellos, con dimensiones entre 30 y 60 metros, pasarán a poco más de un millón de kilómetros, una distancia considerablemente mayor, pero que aún así justifica la atención de los expertos.

Es importante destacar que la mayoría de estos cuerpos celestes, al entrar en contacto con la atmósfera terrestre, se desintegran, convirtiéndose en estrellas fugaces que iluminan brevemente el cielo nocturno. Sin embargo, la posibilidad de que un objeto de mayor tamaño logre atravesar nuestra atmósfera y alcance la superficie terrestre es un escenario que la NASA considera seriamente.

Para ello, se utilizan instrumentos de alta tecnología como el radar Goldstone, capaz de determinar con exactitud el tamaño, la velocidad y la trayectoria de estos asteroides. Esta información es crucial para evaluar el riesgo potencial y, en caso necesario, desarrollar estrategias de defensa planetaria. Aunque parezca ciencia ficción, la posibilidad de desviar un asteroide que represente una amenaza real es un tema que se investiga y se debate en la comunidad científica.

El seguimiento de 2025 OW y otros asteroides cercanos a la Tierra no es solo una tarea científica, es una responsabilidad que asumimos como especie para garantizar nuestra supervivencia. La NASA, a través del Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra, mantiene una lista actualizada de todos los asteroides monitoreados y realiza simulaciones para prepararse ante cualquier eventualidad. Este esfuerzo continuo nos brinda la tranquilidad de saber que, aunque el universo pueda ser impredecible, estamos haciendo todo lo posible para proteger nuestro hogar en el cosmos.

Fuente: El Heraldo de México