
13 de junio de 2025 a las 09:35
Descubre las historias no contadas
La sombra del autoritarismo se cierne sobre Estados Unidos. El despliegue de la Guardia Nacional y la Infantería de Marina en Los Ángeles no es un hecho aislado, sino un síntoma preocupante de la creciente militarización de la política interna. Mientras la administración Trump justifica estas medidas con la retórica de la "invasión" y la necesidad de controlar las protestas, muchos ven en ellas una peligrosa deriva hacia el abuso de poder. La narrativa de la crisis migratoria, amplificada por el propio gobierno, sirve como pretexto para desplegar un aparato militar en las calles, una imagen que resuena con épocas oscuras de la historia estadounidense.
¿Es realmente necesaria la presencia militar para gestionar la situación migratoria? Las cifras de las encuestas revelan una realidad que contradice el discurso oficial: la mayoría de los estadounidenses desaprueba las políticas migratorias y de deportación de Trump. El problema, por lo tanto, no reside en la magnitud de la crisis, sino en la forma en que el gobierno la instrumentaliza para justificar medidas extremas. Las redadas del ICE, a menudo violentas e indiscriminadas, alimentan el descontento y la indignación, creando un clima de tensión que el gobierno utiliza para justificar la militarización.
La figura de Trump se erige como la de un líder que se deleita con el despliegue de la fuerza. Sus declaraciones, junto con las de sus aliados, revelan una visión preocupante del rol de las fuerzas armadas en la vida nacional. La Guardia Nacional y la Reserva, tradicionalmente destinadas a la defensa externa, se convierten en herramientas para asegurar la "patria" frente a enemigos internos, una retórica que evoca los fantasmas del macartismo y la represión política.
La amenaza de desplegar tropas en otras ciudades, en respuesta a posibles protestas, no es una simple bravata. Es una estrategia deliberada para silenciar la disidencia y consolidar el poder. El mensaje es claro: cualquier oposición a las políticas del gobierno será sofocada con la fuerza militar. Esta visión autoritaria no solo vulnera los principios democráticos, sino que también sienta un precedente peligroso para el futuro del país. ¿Qué impedirá que, en el futuro, cualquier gobierno recurra al ejército para reprimir las protestas y acallar las voces críticas?
La prohibición constitucional que impide a las fuerzas armadas actuar como policía dentro del país se está erosionando. La línea que separa al ejército de la función policial se vuelve cada vez más borrosa, y la normalización de la presencia militar en las calles abre la puerta a un futuro distópico. La historia nos enseña que la militarización de la política interna rara vez conduce a la estabilidad y la paz. Por el contrario, siembra las semillas del autoritarismo y la represión. Es crucial que la sociedad civil se mantenga alerta y defienda los principios democráticos frente a esta peligrosa deriva. El futuro de la democracia estadounidense está en juego.
Fuente: El Heraldo de México