
13 de junio de 2025 a las 09:35
Desata tu poder social
Nos encontramos en una encrucijada nacional, una dicotomía que nos divide y nos enfrenta. Mientras algunos celebran una supuesta época dorada de prosperidad y libertad, otros lamentan la llegada de lo que consideran una dictadura comparable a los episodios más oscuros de la historia latinoamericana. Esta polarización, tan marcada y visceral, se manifiesta en todos los ámbitos de la vida pública.
En el terreno económico, la disparidad de opiniones es abismal. Hay quienes presumen del peso fuerte y un crecimiento económico sin precedentes en décadas, mientras que otros, al borde de la quiebra, ven con desesperanza cómo sus negocios se derrumban y la emigración se convierte en la única salida. La pobreza, un tema siempre sensible, se convierte en otro campo de batalla. Las cifras oficiales que hablan de millones de personas rescatadas de la pobreza son celebradas por unos y refutadas con vehemencia por otros, que aseguran que la situación es peor que nunca.
La seguridad, un tema que nos toca a todos, no escapa a esta lógica binaria. Mientras algunos aplauden la estrategia del gobierno y las detenciones diarias, otros viven con el temor constante de la violencia, convencidos de que los cárteles han ganado la batalla. La corrupción, la vieja herida que nunca termina de cicatrizar, es vista por algunos como un mal erradicado y por otros como una práctica que se ha agudizado, cambiando de rostro pero no de esencia.
El futuro, con las elecciones judiciales en el horizonte, se presenta como otra fuente de división. Unos ven en ellas la oportunidad de un cambio positivo, mientras que otros auguran un caos institucional y la instauración de la “ley de la selva”. Esta polarización, tan extrema, nos impide ver los matices, analizar la realidad con objetividad y encontrar soluciones conjuntas. Nos hemos convertido en una sociedad de blancos y negros, donde los grises han desaparecido, imposibilitando el diálogo y la construcción de un futuro común.
¿Quiénes son los responsables de esta fractura social? ¿Los gobiernos anteriores, que dejaron un país en ruinas, o el actual, que según algunos ha profundizado la crisis? El debate es interminable y, mientras buscamos culpables, nos desgastamos en discusiones estériles que solo benefician a la clase política, que se regocija con nuestra división. Nos comportamos como un perro que persigue su propia cola, dando vueltas sin sentido mientras la solución se nos escapa de las manos.
¿Qué podemos hacer para salir de este círculo vicioso? Quizá la clave esté en dejar de tomarnos personal los discursos políticos y ejercer nuestra libertad de pensamiento con criterio propio. Si dejamos de alimentar la confrontación, les quitaremos a los políticos el arma con la que nos manipulan y nos mantienen divididos. Es hora de recuperar la capacidad de análisis, de escuchar al otro, de entender que la realidad es compleja y que las soluciones no se encuentran en los extremos, sino en el diálogo y la construcción de consensos.
Y mientras nos debatimos en esta polarización, otros temas, igual de importantes, pugnan por hacerse un espacio en la agenda pública. El caso de los Legionarios de Cristo, con nuevas acusaciones de abuso sexual contra menores, nos recuerda que los fantasmas del pasado siguen presentes. La detención del padre Cabrera, cercano a Marcial Maciel, es un nuevo capítulo en esta dolorosa historia que empaña la labor educativa de la institución. Una vez más, la sombra de la pederastia eclipsa los logros y nos obliga a reflexionar sobre la necesidad de mecanismos de control y prevención más eficaces. Es imperativo que se haga justicia y que las víctimas reciban la reparación que merecen. No podemos permitir que estos casos se repitan y que la impunidad siga protegiendo a los abusadores.
Fuente: El Heraldo de México