
13 de junio de 2025 a las 03:45
Chiapas: ¿40 horas y menos ganancias?
La posible reducción de la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales en México ha desatado un intenso debate en el sector empresarial, especialmente entre las micro y pequeñas empresas (MiPyMEs) que representan la columna vertebral de la economía nacional. Mientras que la propuesta busca mejorar el balance vida-trabajo de los empleados y se alinea con las tendencias globales hacia jornadas laborales más cortas, surgen preocupaciones sobre la viabilidad de su implementación inmediata y el impacto potencial en la competitividad, los costos operativos y la generación de empleo, particularmente en estados como Chiapas, donde el tejido empresarial se compone mayoritariamente de MiPyMEs.
El clamor de los pequeños empresarios se centra en la necesidad de una transición gradual y diferenciada que considere las particularidades de cada sector y región. Argumentan que una reducción drástica de la jornada laboral sin el tiempo adecuado para adaptarse podría resultar en un aumento de costos, dificultades para cubrir turnos y una posible disminución en la calidad del servicio, factores que en última instancia podrían afectar al consumidor final. En un contexto de recursos limitados, la preocupación por la supervivencia de los negocios y la preservación de los empleos es palpable. Se teme que, ante la imposibilidad de absorber los costos adicionales, algunas empresas se vean forzadas a recurrir a la informalidad, lo que agravaría la precariedad laboral y erosionaría la base tributaria.
La propuesta de reducción de la jornada laboral no solo genera incertidumbre en el sector empresarial, sino que también abre un debate fundamental sobre la productividad en México. A pesar de las largas jornadas laborales que caracterizan al país, la productividad se mantiene por debajo del promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Esta paradoja plantea la interrogante de si una reducción en las horas trabajadas, acompañada de estrategias para optimizar la eficiencia y la innovación, podría resultar en un incremento de la productividad y, a largo plazo, en un beneficio tanto para los trabajadores como para las empresas.
La experiencia de otros países que han implementado jornadas laborales reducidas ofrece lecciones valiosas para México. Es crucial analizar las estrategias que han permitido a estas naciones mantener la competitividad y el crecimiento económico mientras se mejora el bienestar de los trabajadores. La digitalización, la automatización de procesos y la capacitación continua son algunas de las herramientas que pueden contribuir a una transición exitosa hacia un modelo laboral más equilibrado y productivo.
La discusión sobre la reducción de la jornada laboral no se limita a un tema económico, sino que también tiene implicaciones sociales y culturales profundas. Representa una oportunidad para repensar la forma en que se organiza el trabajo y para promover una cultura laboral que valore la eficiencia, la creatividad y el bienestar de las personas. El diálogo entre el gobierno, el sector empresarial y los trabajadores es esencial para encontrar soluciones que permitan conciliar la necesidad de mejorar la calidad de vida con la sostenibilidad del aparato productivo y la generación de empleos dignos. El futuro del trabajo en México dependerá de la capacidad de construir un modelo que promueva el crecimiento económico inclusivo y el bienestar social.
Fuente: El Heraldo de México