La tragedia ha ensombrecido a la comunidad de Paso de Perules en Guanajuato capital. Un domingo, que debía ser de descanso y convivencia familiar, se tornó en escenario de un crimen atroz. El eco de la discusión aún resuena en las calles San Miguelito, donde la vida de Manuel, de 54 años, fue arrebatada por su propio hijo, Cristian “N”, de 30. Las paredes de la vivienda, testigos silenciosos del conflicto, ahora guardan el recuerdo de una disputa que escaló a niveles inimaginables.

Los vecinos aún comentan en voz baja, conmocionados por la violencia del acto. Algunos recuerdan a Manuel como un hombre trabajador, otros mencionan la difícil situación familiar que se vivía en la casa. La adicción de Cristian, un secreto a voces en la comunidad, era la raíz de constantes conflictos. Robos dentro del propio hogar para alimentar su dependencia, reproches y discusiones se habían convertido en una triste rutina. El día del crimen, la tensión acumulada finalmente explotó.

Según testimonios recogidos, la discusión comenzó en el interior de la casa, un intercambio de palabras que rápidamente subió de tono. Padre e hijo salieron al patio, donde la furia contenida se desató. Cristian, en un acto de ira ciega, tomó un palo de escoba y lo descargó repetidamente sobre su padre. Los gritos desgarradores alertaron a los vecinos, quienes presenciaron con horror la brutalidad del ataque.

Manuel, gravemente herido, especialmente en la cabeza, alcanzó a pronunciar que le faltaba el aire. Familiares intentaron socorrerlo, pero ya era demasiado tarde. La escena, bañada en sangre, quedó grabada en la memoria de quienes presenciaron el horror. La llegada de los paramédicos del Simub solo confirmó lo inevitable: Manuel había fallecido. La hipótesis preliminar apunta a sofocamiento o desangramiento interno como causa de muerte.

Mientras tanto, Cristian, presa del pánico y la culpa, huyó del lugar. La policía municipal desplegó un operativo de búsqueda, rastreando cada rincón de Paso de Perules. Horas más tarde, la justicia parecía alcanzarlo. En un patrullaje de rutina, fue detenido con dosis de droga en su poder, confirmando las sospechas sobre su adicción. Ahora, bajo custodia del Ministerio Público, espera su destino judicial.

La Fiscalía General del Estado, en colaboración con agentes de Investigación Criminal, acordonó la escena del crimen. Se recolectaron evidencias, incluyendo el palo de escoba, convertido en un arma mortal. La Unidad de Traslado de Indicios trabaja meticulosamente, buscando cada detalle que pueda ayudar a reconstruir los hechos. La carpeta de investigación por homicidio calificado ya está abierta, y se espera que la justicia esclarezca las circunstancias de esta tragedia que ha conmocionado a toda una comunidad. El caso de Cristian “N” abre una profunda reflexión sobre las consecuencias devastadoras de la adicción y la importancia de la atención a la salud mental. Un recordatorio doloroso de que la violencia, en cualquiera de sus formas, nunca es la solución.