Más de un millón y medio de jóvenes mexicanos se unieron en una ola de solidaridad y compromiso con su comunidad durante la Jornada Nacional de Tequios: Por la paz y contra las adicciones. Una cifra impresionante que demuestra el poder transformador de la juventud y su deseo de construir un México mejor. Desde las aulas de las Universidades Tecnológicas y Politécnicas hasta los rincones más alejados de las comunidades rurales, estudiantes de todos los niveles educativos, desde media superior hasta superior, dejaron su huella a través de acciones concretas que van más allá de la simple limpieza y el embellecimiento de espacios públicos.

Imaginen la escena: miles de jóvenes pintando murales con mensajes de esperanza, rehabilitando parques y jardines, recogiendo escombros y transformando espacios abandonados en lugares de encuentro para la comunidad. No se trata solo de mejorar la estética de un barrio, sino de sembrar la semilla de la participación ciudadana, del trabajo colectivo y de la construcción de una cultura de paz. Es la juventud mexicana tomando las riendas de su futuro y demostrando que la transformación social es posible cuando se suman voluntades.

La participación de los Comités de Jóvenes por la Transformación fue clave en este proceso. Su energía y creatividad se desbordaron en más de 10 mil puntos distribuidos a lo largo y ancho del país, llevando a cabo eventos deportivos y culturales que llenaron de vida las calles y plazas de 680 municipios. El deporte y la cultura, dos herramientas poderosas para alejar a los jóvenes de las adicciones y fomentar la convivencia pacífica, se convirtieron en los protagonistas de esta jornada.

Pero la Jornada Nacional de Tequios no se limitó a las acciones físicas. En paralelo, se desarrollaron charlas informativas y talleres de prevención de adicciones, brindando a los jóvenes las herramientas necesarias para tomar decisiones informadas y construir un proyecto de vida saludable. El enfoque integral de esta iniciativa es fundamental, ya que no solo se trata de limpiar las calles, sino también de limpiar las mentes de prejuicios y de ofrecer alternativas reales a los jóvenes.

El arte y la música también tuvieron un papel protagónico. A través de expresiones artísticas, los jóvenes canalizaron su energía creativa y encontraron espacios para expresarse y conectar con sus emociones. La música resonó en cada rincón del país, llevando un mensaje de esperanza y unidad. El arte se convirtió en un lienzo para plasmar los sueños y anhelos de una generación que busca un futuro mejor.

La Jornada Nacional de Tequios es un claro ejemplo de cómo la educación puede trascender las aulas y convertirse en un motor de cambio social. Es la Nueva Escuela Mexicana en acción, promoviendo el humanismo mexicano y fomentando el valor del trabajo comunitario. Es una apuesta por el futuro, una inversión en la juventud, una semilla de esperanza que florece en cada rincón del país. Y es un recordatorio de que, trabajando juntos, podemos construir un México más justo, pacífico y próspero para todos.