La impactante confesión de Shocker ha sacudido al mundo de la lucha libre y más allá. En una entrevista sin precedentes en el programa "Es Show" de Multimedios, el luchador, cuyo nombre real es José Soria, no solo admitió su adicción a la cocaína, sino que la describió como su "primer amante", una declaración que ha dejado atónitos a fanáticos y colegas. Sus palabras, cargadas de una crudeza inusitada, revelan la profunda dependencia que lo ata a la sustancia, a pesar de los intentos de rehabilitación y las consecuencias devastadoras en su carrera profesional.

"Me encanta la cocaína", declaró Shocker sin tapujos, afirmando que le ha proporcionado "placer y horas de diversión y satisfacción". Esta confesión, lejos de ser una llamada de auxilio, parece una justificación, una aceptación resignada de su realidad. La pregunta que surge de inmediato es: ¿cómo es posible que un deportista de élite, una figura pública con una carrera destacada, llegue a este punto? ¿Qué factores han contribuido a esta espiral descendente?

Ernesto Chavana, el conductor del programa, intentó indagar en las razones detrás de esta adicción, recordándole a Shocker sus cuatro ingresos a clínicas de rehabilitación. Sin embargo, la respuesta del luchador fue aún más desgarradora: no tiene intención de dejar la cocaína. "No se puede lograr algo que tú no quieres", argumentó, relatando cómo en su primer internamiento, al que se refirió como un secuestro, les advirtió a quienes lo llevaban que su esfuerzo sería en vano si él no estaba dispuesto a cambiar. “Saliendo de aquí me voy a poner hasta la madre”, fueron sus palabras, una frase que resume la falta de voluntad para enfrentar su problema.

Esta actitud desafiante genera una profunda preocupación. ¿Está Shocker realmente consciente de la gravedad de su situación? ¿Comprende el impacto que sus palabras tienen en sus seguidores, especialmente en los jóvenes que lo ven como un ídolo? Su historia, lejos de ser un caso aislado, refleja la lucha constante de muchas personas contra las adicciones, una batalla que requiere no solo de apoyo externo, sino, sobre todo, de la voluntad del individuo para salir adelante.

El futuro de Shocker en la lucha libre es incierto. Su talento y carisma lo llevaron a la cima, pero su adicción lo ha arrastrado a un abismo del que parece no querer salir. La pregunta que queda en el aire es si encontrará la fuerza interior para cambiar el rumbo de su vida, o si su historia se convertirá en un triste ejemplo de cómo las adicciones pueden destruir incluso a las figuras más brillantes. Su confesión ha dejado un mal sabor de boca entre sus fanáticos, quienes lo han apoyado incondicionalmente a lo largo de su carrera. Ahora, más que nunca, Shocker necesita ayuda profesional y el apoyo de sus seres queridos para superar esta difícil etapa y recuperar su vida. El camino será largo y difícil, pero la esperanza de verlo recuperado y brillando de nuevo en el cuadrilátero aún persiste.