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12 de junio de 2025 a las 04:40

Serpiente a bordo: mujer conduce 40km

Imagínense la escena: una tranquila mañana en Ixtapaluca, Estado de México. El sol apenas comienza a calentar las calles y una mujer se dispone a iniciar su día. De pronto, vecinos alarmados le advierten sobre una presencia inesperada en su camioneta roja, ¡una serpiente! Y no cualquier serpiente, una boa constrictor de metro y medio, cómodamente instalada en el cofre, como si fuera el lugar más natural del mundo. Ante la sorpresa y, seguramente, un poco de temor, nuestra protagonista decide emprender un viaje de casi 40 kilómetros hasta la agencia automotriz en la colonia Barrio San Bernabé, en Azcapotzalco, Ciudad de México, donde, al parecer, adquirió el vehículo. ¿Qué pasaría por su mente durante ese trayecto? ¿Angustia? ¿Incredulidad? ¿O tal vez una extraña mezcla de ambas?

Al llegar a la agencia, los empleados confirman la presencia del reptil enroscado cerca de la bomba de gasolina. La imagen, digna de una película de suspenso, paraliza a todos. El temor a una posible mordedura venenosa –un temor comprensible, aunque infundado en este caso– les impide actuar y deciden, sabiamente, solicitar ayuda a las autoridades.

Y aquí es donde entran en escena los verdaderos héroes de esta historia: la Policía Bancaria e Industrial (PBI) y la Brigada de Vigilancia Animal (BVA) de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC). Con la precisión de un cirujano y la valentía de un bombero, estos profesionales se disponen a rescatar a la intrusa. Imaginen el despliegue: las luces de las patrullas iluminando la escena, el murmullo expectante de los presentes, la adrenalina corriendo por las venas de los rescatistas.

Paso a paso, con movimientos calculados, retiran el asiento trasero de la camioneta. La tensión se palpa en el aire. Finalmente, utilizando una varilla de contención, logran extraer a la boa, que se había acomodado peligrosamente cerca del tanque de gasolina. El alivio es general. El video del rescate, que circula en redes sociales, muestra la destreza y el profesionalismo de estos hombres y mujeres que día a día velan por nuestra seguridad, incluyendo la de nuestros vecinos escamosos.

La boa, ahora a salvo en un bote de plástico, emprende un nuevo viaje, esta vez hacia las instalaciones de la BVA en Xochimilco. Allí, bajo el cuidado de veterinarios zootecnistas, recibirá la atención necesaria antes de ser liberada en su hábitat natural. Un final feliz para una historia que bien podría haber terminado en tragedia.

Pero, ¿cómo llegó la boa hasta allí? Las teorías abundan. Pudo haber sido un ejemplar silvestre, atraído por la promesa de un refugio seguro en el motor del vehículo, especialmente si éste estuvo estacionado cerca de vegetación densa, como es común en algunas zonas del Estado de México. También existe la posibilidad de que se haya escapado de una colección privada o de un comercio de mascotas. Las boas constrictoras, a pesar de su imponente tamaño, son populares en el mercado de animales exóticos.

Este incidente nos recuerda la importancia de la convivencia respetuosa con la fauna silvestre. Si bien las boas constrictoras no son venenosas, una boa de ese tamaño puede causar lesiones si se siente amenazada. La clave está en la prevención y en el respeto a su espacio. Si nos encontramos con una, lo mejor es mantener la distancia y llamar a las autoridades competentes, como la Brigada de Vigilancia Animal. Ellos son los expertos y sabrán cómo actuar para garantizar la seguridad tanto del animal como de las personas. En definitiva, la historia de la boa en la camioneta es una lección de civismo, responsabilidad y respeto por la naturaleza que nos rodea.

Fuente: El Heraldo de México