El clamor por una infraestructura digna resonó con fuerza esta mañana frente a las oficinas de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT). Cientos de ciudadanos, provenientes de las zonas colindantes a la carretera México-Cuernavaca, alzaron la voz para exigir la construcción de obras de drenaje que frenen las constantes inundaciones que azotan el sur de la capital. La imagen de cerca de 400 personas, con sus casas de campaña instaladas a lo largo de la Avenida Insurgentes, entre el Eje 6 Sur y el Parque Hundido, es un testimonio palpable de la urgencia de la situación. A pesar de la magnitud de la protesta, los manifestantes han demostrado un civismo ejemplar, cuidando de no afectar la circulación de la Línea 1 del Metrobús, una muestra de su compromiso con la ciudad mientras esperan una respuesta concreta de las autoridades federales. La pregunta que queda en el aire es: ¿cuánto tiempo tendrán que esperar estas familias para que sus demandas sean escuchadas y se implementen soluciones definitivas que les garanticen una vida digna y segura?

La angustia de quienes viven con el temor constante de las inundaciones es comprensible. Cada temporada de lluvias se convierte en una pesadilla, con el agua invadiendo sus hogares, dañando sus pertenencias y poniendo en riesgo su salud. La falta de una infraestructura adecuada de drenaje ha convertido esta problemática en un ciclo interminable de pérdidas y desesperación. Los manifestantes no solo exigen obras, exigen un compromiso real por parte de las autoridades para resolver un problema que afecta a cientos de familias y que pone de manifiesto la desigualdad en el acceso a servicios básicos en la ciudad. La esperanza se centra ahora en la pronta instalación de una mesa de diálogo que permita encontrar soluciones viables y a largo plazo.

Mientras tanto, en otro punto de la ciudad, el eco de la inconformidad se hacía presente con la marcha de aproximadamente 300 integrantes del Bloque de Delegaciones Democráticas del Instituto Politécnico Nacional (IPN). Partiendo del Casco de Santo Tomás, los manifestantes se dirigieron a la Secretaría de Gobernación para exigir mejoras laborales, entre las que destaca la abrogación de la Ley del ISSSTE 2007. Esta ley, motivo de controversia desde su implementación, ha generado un profundo malestar entre los trabajadores del sector, quienes consideran que afecta sus derechos y prestaciones. La marcha del IPN se suma a las crecientes voces que exigen una revisión exhaustiva de la ley y la búsqueda de alternativas que garanticen la seguridad social de los trabajadores.

La convergencia de estas dos manifestaciones, una por la demanda de infraestructura básica y la otra por la defensa de los derechos laborales, refleja la compleja realidad social que vive la capital. Ambas protestas, aunque con diferentes motivos, comparten un denominador común: la búsqueda de una vida digna y justa. La circulación cerrada sobre la calzada México-Tacuba, desde el Metro Normal hasta el Circuito Interior, debido a la marcha del IPN, añade otra capa de complejidad a la movilidad en la ciudad, recordándonos la importancia de atender las demandas sociales para construir una sociedad más equitativa y funcional. ¿Estarán las autoridades a la altura del desafío? El futuro próximo nos dará la respuesta.