
12 de junio de 2025 a las 05:50
Michoacán: Sabor ancestral premiado
El aroma a chile pasilla y comino envuelve la memoria colectiva de Michoacán, un estado que respira tradición en cada uno de sus rincones. Y es que, ¿quién no ha suspirado ante un plato humeante de corundas o un reconfortante atole de grano? En el corazón de esta riqueza culinaria, encontramos a mujeres como Juana Bravo, un tesoro viviente de Angahuan, Uruapan, cuyo nombre ahora resuena con la fuerza de un volcán gracias al Premio Nacional de Artes y Literatura 2024 en la categoría de Artes y Tradiciones Populares. No es un premio cualquiera, es el reconocimiento a una vida dedicada a preservar la esencia misma de lo que significa ser michoacano, un homenaje a la paciente labor de mantener vivas las llamas de un legado ancestral.
Imaginen las manos de Juana, manos que han amasado miles de tortillas, manos que han tejido historias en brillantes hilos de colores, manos que han mantenido viva la llama de la cocina purépecha. Manos que, con cada movimiento, susurran las recetas secretas que han pasado de generación en generación, un conocimiento invaluable que ahora es reconocido a nivel nacional. Este premio no solo celebra a Juana, sino a todas las mujeres que, como ella, son guardianas de la tradición, mujeres que día a día nutren el alma de México con su sabiduría culinaria y su maestría artesanal.
El reconocimiento a Juana Bravo trasciende las fronteras de Michoacán. Es un recordatorio para todos los mexicanos de la riqueza inigualable que poseemos, una riqueza que se manifiesta en la diversidad de sabores, colores y texturas de nuestra gastronomía. Recordemos el año 2010, un año crucial para la cocina mexicana, cuando la UNESCO la declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Juana, con su profunda sabiduría y su amor por la cocina tradicional, jugó un papel fundamental en este logro histórico, un logro que nos enorgullece a todos y que nos impulsa a seguir valorando y protegiendo nuestras raíces.
El telar de cintura, una herramienta ancestral que se ciñe a la vida de las mujeres purépechas, es otro de los tesoros que Juana preserva con dedicación. Sus manos hábiles dan vida a piezas textiles únicas, llenas de simbolismo y belleza, piezas que han traspasado fronteras, llevando consigo la esencia del arte michoacano a diferentes rincones del mundo. Cada hilo, cada color, cada diseño, narra una historia, un fragmento de la identidad de un pueblo que se niega a olvidar sus orígenes.
El Gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, al expresar su orgullo por este reconocimiento, no solo celebra a Juana, sino que reafirma el compromiso del estado con la preservación de su patrimonio cultural. Un patrimonio que se construye día a día, con el esfuerzo de mujeres y hombres que, como Juana, dedican su vida a mantener vivas las tradiciones que nos definen como michoacanos y como mexicanos. Este premio es un llamado a la acción, una invitación a reconocer, valorar y apoyar a los guardianes de nuestra cultura, aquellos que, con su pasión y dedicación, nos recuerdan quiénes somos y de dónde venimos. El legado de Juana Bravo es un ejemplo inspirador para las nuevas generaciones, un testimonio de que la tradición, lejos de ser algo estático, es una fuerza viva que se renueva y se fortalece con el paso del tiempo.
Fuente: El Heraldo de México