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12 de junio de 2025 a las 09:30
México y Japón: alianza reforzada
La relación entre México y Japón se encuentra en un punto crucial, llena de potencial sin explotar. Si bien celebramos la existencia del Acuerdo de Asociación Económica (AAE) y la participación conjunta en el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (TIPAT), es innegable que estos instrumentos no se han aprovechado al máximo. La balanza comercial, desfavorable para México, y la concentración de nuestras exportaciones en un puñado de productos primarios, como el aguacate, la cerveza y algunas autopartes, son evidencia de ello. Imaginen el abanico de posibilidades que se abriría si diversificáramos nuestras exportaciones, incursionando en sectores como la agroindustria de alta calidad, los servicios digitales, la robótica o las energías limpias. Para lograrlo, necesitamos una estrategia de promoción focalizada, basada en inteligencia de mercado, incentivos financieros y una sólida cooperación tecnológica. No se trata solo de vender más, sino de vender mejor, productos con mayor valor agregado que impulsen el desarrollo económico de México.
Por otro lado, la presencia de aproximadamente 1,600 empresas japonesas en México, principalmente en los sectores automotriz, electrónico y logístico, representa una oportunidad invaluable. Estas empresas, generadoras de empleos de calidad y cadenas de valor, son un testimonio de la confianza que Japón deposita en nuestro país. El desafío radica en consolidar esta inversión, evitando su migración hacia otras regiones y facilitando su integración en los nuevos programas industriales del gobierno mexicano, como el Plan Sonora o el desarrollo del Istmo de Tehuantepec. Imaginen la sinergia que se podría generar si logramos conectar estas empresas con las iniciativas nacionales, creando un ecosistema de innovación y desarrollo tecnológico.
La reciente visita del Subsecretario de Comercio Exterior a Japón es un paso alentador. El diálogo político y económico a alto nivel, la identificación de proyectos conjuntos de innovación y la creación de una plataforma binacional de inversión son acciones que pueden dar un nuevo impulso a la relación bilateral. Sin embargo, no basta con estrechar manos y firmar acuerdos. México debe enviar señales claras de compromiso, garantizando el respeto al Estado de derecho, facilitando los trámites para las empresas extranjeras y apostando por una política industrial con visión de largo plazo. Estas acciones, más allá de las palabras, son las que generarán la confianza necesaria para que Japón, y otros actores globales, sigan invirtiendo en nuestro país.
El mundo está en constante transformación, y la geopolítica del siglo XXI se define por nuevas alianzas y desafíos compartidos. México no puede quedarse atrás. Necesitamos socios estratégicos como Japón, un país con una sólida trayectoria de innovación y desarrollo tecnológico. Para fortalecer esta alianza, es fundamental reabrir la oficina de representación de la Secretaría de Economía en la Embajada de México en Tokio. Esta acción, aparentemente simple, enviaría un poderoso mensaje de compromiso y facilitaría la comunicación directa con ministerios japoneses clave, como el Ministerio de Economía, Comercio e Industria (METI) y el Ministerio de Finanzas (MF). Imaginen la fluidez en las negociaciones y la agilidad en la resolución de problemas que se podría lograr con una representación permanente en el terreno.
En resumen, la relación entre México y Japón tiene un enorme potencial. Aprovecharlo requiere una visión estratégica, acciones concretas y un compromiso inquebrantable por parte de ambos países. No se trata solo de aumentar el volumen comercial, sino de construir una alianza estratégica basada en la innovación, la tecnología y el desarrollo mutuo. El futuro de esta relación está en nuestras manos.
Fuente: El Heraldo de México