La caída en desgracia de Kris Wu continúa su curso descendente, como una piedra arrojada desde lo alto de su fama, estrellándose contra la dura realidad de la ley. No solo enfrenta una condena de 13 años por delitos sexuales, un castigo que ya de por sí marca un final abrupto a una carrera brillante, sino que ahora la sombra de la justicia se extiende también sobre su madre, Wu Xiuqin, y amenaza con alargar aún más su estancia entre rejas.

La figura materna, a menudo vista como un pilar de apoyo y protección, se ha convertido en este caso en un factor agravante. Su condena por fraude fiscal, por una suma que supera los 41,7 millones de dólares, no solo la coloca en el punto de mira de las autoridades chinas, sino que salpica directamente a su hijo. La intrincada red financiera que Wu Xiuqin tejió alrededor de la carrera de su hijo, actuando como su agente y gestora financiera durante años, ahora se deshace, dejando al descubierto posibles implicaciones directas del ex miembro de EXO en los delitos fiscales. Según expertos legales, esta conexión podría resultar en una extensión de la sentencia de Kris Wu, añadiendo más años a su ya prolongado encierro.

Imaginen la presión que debe sentir el ex ídolo del K-Pop. Encerrado entre cuatro paredes, no solo carga con el peso de su propia condena, sino que también debe lidiar con la culpa y la preocupación por el destino de su madre, cuya implicación en el fraude podría haber sido, en parte, motivada por el deseo de proteger y potenciar la carrera de su hijo. Este drama familiar, que se desarrolla en paralelo al proceso judicial, añade una capa de complejidad y tristeza a la ya de por sí trágica historia de Kris Wu.

El caso ha generado un intenso debate público en China y a nivel internacional. Muchos se preguntan cómo una estrella de la magnitud de Kris Wu, con acceso a asesores financieros y legales, pudo verse envuelto en una trama de esta envergadura. ¿Fue negligencia, ambición desmedida o simplemente la confianza ciega en una figura materna que manejaba las riendas de su fortuna? Las respuestas a estas preguntas aún permanecen ocultas entre los pliegues del proceso judicial.

Y la tormenta legal no termina en China. Al acecho, tras las rejas chinas, se vislumbra el espectro de la justicia canadiense. Una vez cumplida su condena en China, Kris Wu será deportado a Canadá, su país de origen, donde le espera otro proceso legal por una supuesta agresión sexual a una menor. La posibilidad de enfrentar la castración química, un castigo contemplado por la legislación canadiense para este tipo de delitos, añade un nuevo nivel de gravedad a la situación.

De la cima del éxito a la oscuridad de la prisión, y con la amenaza de un futuro aún más sombrío, la historia de Kris Wu se convierte en una parábola sobre la fragilidad de la fama y las consecuencias devastadoras de las malas decisiones. Un recordatorio de que, incluso en el deslumbrante mundo del espectáculo, nadie está por encima de la ley. El brillo de los escenarios ha dado paso a la fría realidad de la celda, y la melodía del éxito se ha transformado en el silencio de la caída.