La consternación se apodera de Yecapixtla, Morelos, tras el hallazgo del cuerpo sin vida de Josmi Emir Yánez Villegas, el niño de tan solo 10 años que desapareció el pasado lunes 9 de junio camino a la escuela. La noticia, que ha conmocionado a toda la comunidad, confirma los peores temores de familiares y amigos que incansablemente lo buscaron desde el momento de su desaparición. El pequeño Josmi, vestido con su uniforme escolar, una camisa de mangas largas y pantalón de vestir, según se detalló en el boletín de búsqueda, fue encontrado semienterrado en la casa de su abuela, ubicada en la comunidad de Texcala, un lugar que debería haber sido un refugio seguro para él.

La Secretaría de Seguridad del Estado confirmó el terrible descubrimiento, revelando que el cuerpo del menor presentaba visibles signos de violencia. Las autoridades, con el titular de Seguridad Pública de Morelos, Miguel Ángel Urrutia Lozano a la cabeza, han iniciado una investigación exhaustiva para esclarecer los hechos y dar con el responsable de este atroz crimen. Aunque el móvil aún no se ha confirmado, la principal línea de investigación apunta a un hombre relacionado con el núcleo familiar del menor, una hipótesis que se fortalece al haberse encontrado el cuerpo en un domicilio familiar.

La desaparición de Josmi Emir movilizó a todo un pueblo. En Yecapixtla, aproximadamente 400 habitantes se unieron a las labores de búsqueda, recorriendo calles y terrenos con la esperanza de encontrarlo sano y salvo. Imágenes en redes sociales muestran la magnitud de la solidaridad y la angustia que se vivía en la comunidad. Desafortunadamente, la esperanza se transformó en dolor e indignación al confirmarse la trágica noticia.

La rabia y la impotencia se palpan en el aire. Familiares, amigos y vecinos de Josmi Emir han salido a las calles a exigir justicia, clamando por el castigo ejemplar para el responsable de este acto inhumano. "¡No vamos a descansar hasta que se castigue a quien le hizo esto a mi niño!", gritaba desconsolada una de sus tías durante una manifestación, un grito que resume el sentir de una comunidad herida y sedienta de justicia.

Las autoridades se enfrentan ahora al reto de no solo encontrar al culpable, sino también de brindar apoyo y contención a una familia destrozada y a una comunidad que llora la pérdida de uno de sus hijos. La investigación debe ser exhaustiva y transparente, para que se haga justicia y para que la memoria de Josmi Emir no quede impune. Este caso nos recuerda la vulnerabilidad de nuestros niños y la importancia de trabajar juntos como sociedad para protegerlos y garantizar su seguridad. El dolor que embarga a Yecapixtla es un llamado a la reflexión y a la acción, para que nunca más se repita una tragedia como esta. La pregunta que resuena en el corazón de todos es: ¿Cómo es posible que un niño de 10 años pierda la vida de esta manera, en un lugar que debería ser su hogar? La respuesta debe venir acompañada de justicia y de un compromiso real para construir un futuro más seguro para nuestros niños.