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12 de junio de 2025 a las 09:20
Domina el arte de persuadir
La violencia de género, una lacra que se extiende a diario, afecta a un alarmante 70.1% de las mujeres mexicanas mayores de 15 años, según datos del INEGI. Esta realidad, que se manifiesta en el seno familiar, laboral, escolar y en las relaciones de pareja, adopta diversas formas: física, económica, sexual y psicológica. Siendo esta última la más prevalente, la violencia psicológica, tal como la define la Convención de Belém do Pará, comprende cualquier conducta que coarte la libertad y el derecho a una vida libre de violencia, incluyendo amenazas, humillaciones, intimidaciones, descalificaciones y cualquier tipo de comentario destructivo. Nos encontramos, sin duda, ante un problema complejo, arraigado en patrones culturales y sociales que reproducimos casi inconscientemente. Estos patrones, a menudo binarios y basados en un lenguaje sexista, perpetúan la desigualdad y la discriminación.
El lenguaje, como herramienta de comunicación, también puede ser un instrumento de dominación, capaz de infligir daño y menoscabar la dignidad de las personas. A través de él, se normalizan comportamientos violentos y se invisibilizan las consecuencias de la discriminación. Muchas veces, estas conductas se repiten de forma tan endémica que pasan desapercibidas tanto para quien las ejerce como para quien las padece. Por ello, es fundamental revisar nuestras expresiones y ser conscientes del impacto que nuestras palabras pueden tener en los demás. Reaprender a comunicarnos desde un enfoque inclusivo y respetuoso, que desafíe los modelos binarios y reconozca la diversidad, es crucial para construir una sociedad más justa.
La idea de que el término "hombre" engloba a toda la humanidad es una falacia. Frases como "el hombre está acabando con el planeta" excluyen y invisibilizan la participación de las mujeres en la problemática. El lenguaje inclusivo busca precisamente romper con estas exclusiones, dar voz a quienes históricamente han sido silenciados y cuestionar los privilegios y desventajas sociales. Aunque su uso genere resistencia y se le critique por "distorsionar" las reglas gramaticales, el lenguaje inclusivo es una herramienta poderosa para visibilizar a quienes han sido discriminados y para reconocer la diversidad.
El debate sobre el lenguaje inclusivo no se limita a cuestiones gramaticales. Utilizar términos como "personas con capacidades diferentes" para referirse a las personas con discapacidad, por ejemplo, resulta impreciso y refuerza la idea de que la discapacidad es una limitación individual, ignorando las barreras sociales que la perpetúan. El lenguaje inclusivo va más allá de lo masculino y lo femenino; se trata de reconocer todas las identidades y de construir un mundo donde todas las personas puedan ejercer sus derechos en igualdad de condiciones.
Las críticas al lenguaje inclusivo a menudo se basan en la ironía y el sarcasmo, desviando la atención del verdadero problema: la discriminación y la desigualdad. El lenguaje es mucho más que la simple expresión de ideas; es un reflejo de nuestra cultura y de nuestra forma de pensar. Desdoblar las expresiones, utilizar términos neutros, reconocer la diversidad en todas sus formas, son pasos necesarios para construir un mundo más justo e igualitario. El poder de la palabra es inmenso: puede perpetuar la discriminación o, por el contrario, construir un futuro donde todas las personas sean reconocidas y valoradas. Las nuevas formas de comunicación nos invitan a adoptar un lenguaje inclusivo, no como un capricho o una moda, sino como una herramienta fundamental para la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Un lenguaje que refleje la riqueza y la complejidad de la experiencia humana en toda su diversidad.
Fuente: El Heraldo de México