
12 de junio de 2025 a las 09:25
¿Deportaciones masivas a la vista?
La sombra de la deportación masiva se cierne nuevamente sobre la comunidad migrante en Estados Unidos, evocando los fantasmas del pasado y generando una profunda incertidumbre en el presente. Las recientes acciones del presidente Trump en Los Ángeles, calificadas por el gobernador Newsom como una mera exhibición de fuerza, han encendido las alarmas y desatado un debate crucial sobre el estado de derecho y el respeto a los derechos humanos.
La historia, lamentablemente, parece repetirse. Al igual que en la Gran Depresión de 1931 y la Operación Espalda Mojada de 1954, se busca un chivo expiatorio para los problemas del país, señalando a los migrantes como responsables de la inseguridad y el narcotráfico. Este discurso, cargado de xenofobia y prejuicios, alimenta el sentimiento antimigrante que ha sido astutamente utilizado con fines políticos, creando un clima de miedo e intolerancia.
La visible presencia de banderas mexicanas y de otros países en las manifestaciones no hace más que alimentar la narrativa de la amenaza a la seguridad nacional, justificando así la militarización de las calles y la escalada de la tensión. La denuncia del gobernador Newsom sobre la provocación deliberada por parte del gobierno federal pone en evidencia una estrategia calculada para presentar a Trump como el garante del orden y la seguridad.
El despliegue de marines entrenados para el combate en el extranjero en las calles de Los Ángeles es una imagen perturbadora que nos hace cuestionar el rumbo que está tomando la nación. La militarización de la vida civil no es la respuesta a los problemas sociales, sino una peligrosa deriva hacia el autoritarismo.
La preocupación del gobernador Newsom va más allá de las fronteras de California. Su advertencia sobre la posibilidad de que otros estados sigan el mismo camino nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de las instituciones democráticas y la importancia de la defensa de los derechos de todos, independientemente de su origen o estatus migratorio.
La creciente posibilidad de deportaciones masivas, con el aparente respaldo de un sector de la población, nos sitúa ante un dilema moral de enormes proporciones. ¿Estamos dispuestos a sacrificar los principios de justicia y humanidad en aras de una supuesta seguridad? Las consecuencias económicas de estas medidas, especialmente en sectores como la agricultura y los servicios, podrían ser devastadoras, generando un impacto negativo en la economía del país.
Es crucial que la sociedad civil se organice y se pronuncie en contra de estas políticas discriminatorias. La defensa de los derechos de los migrantes es una responsabilidad compartida que exige la participación activa de todos. Debemos alzar la voz y exigir el respeto a la dignidad humana, recordando que la diversidad cultural es una riqueza que fortalece a la nación. No podemos permitir que el miedo y la intolerancia nos cieguen ante la injusticia. El futuro de la convivencia pacífica y el respeto a los derechos humanos está en juego.
Fuente: El Heraldo de México