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12 de junio de 2025 a las 23:40
Artesanos de Tultepec, víctimas de la tragedia
El estallido que iluminó la noche del miércoles en Tultepec no fue el de la pirotecnia que suele celebrar la vida, sino uno que la arrebató, dejando una profunda cicatriz en el corazón de esta comunidad mexiquense. La tierra de la pólvora, acostumbrada al fulgor y al estruendo festivo, se vio envuelta en una tragedia que ha silenciado las risas y encendido el llanto. Dos nombres, Alejandro Cortés Urban y Alejandra Sinay Cortés Reyes, resuenan ahora como un doloroso recordatorio de la fragilidad de la vida y del peligro que acecha tras el arte de la pirotecnia.
Alejandro, un hombre cuyo legado se extendía a través de generaciones de artesanos, perteneciente a las reconocidas familias Cortés Urban y Cortés Casas, deja un vacío irreparable. Su experiencia y pasión por el oficio lo habían convertido en un referente en Tultepec, un maestro para muchos, incluyendo a su nieto Kevin Alejandro, joven promesa de la pirotecnia local. Imaginemos la devastación de este joven al perder a su mentor, a su abuelo, en un instante tan brutal. ¿Cómo continuar el legado familiar bajo la sombra de esta tragedia? ¿Cómo encender una mecha sin recordar el sacrificio de quien le enseñó el arte del fuego?
Alejandra Sinay Cortés Reyes, otra víctima de esta cruel explosión, representa la fuerza y la dedicación de las mujeres en un oficio tradicionalmente dominado por hombres. Su pérdida es un golpe no solo para su familia, sino para toda la comunidad pirotécnica, que ve desvanecerse el talento y la pasión de una de las suyas. Su nombre, Alejandra Sinay, se une a la lista de aquellos que han ofrendado su vida a este arte, un recordatorio constante del riesgo que implica la manipulación de la pólvora.
Más allá del dolor inmediato, la solidaridad se ha erigido como un faro de esperanza en medio de la oscuridad. Las redes sociales, usualmente escenario de debates y frivolidades, se han convertido en un canal de apoyo y organización. Grupos y páginas de Facebook difunden la ubicación de centros de acopio, llamando a la generosidad de quienes deseen contribuir a aliviar el sufrimiento de las familias afectadas. Imágenes de manos solidarias descargando víveres, ropa y herramientas para la remoción de escombros, se contraponen a la desolación causada por la explosión. Es la respuesta inmediata de una comunidad que se niega a ser vencida por la adversidad, una muestra palpable de la unión que surge en los momentos más difíciles.
Mientras tanto, el Ayuntamiento de Tultepec, en su tarjeta informativa, ha atribuido el siniestro a un "hecho doméstico aislado", descartando las especulaciones sobre una fuga de gas. Sin embargo, más allá de las causas inmediatas, la tragedia reabre el debate sobre la seguridad en la industria pirotécnica. ¿Son suficientes las medidas de prevención existentes? ¿Qué se puede hacer para minimizar los riesgos y proteger la vida de quienes se dedican a este oficio? Estas son preguntas que exigen respuestas urgentes, no solo por el respeto a las víctimas de esta tragedia, sino para evitar que se repitan en el futuro.
La herida abierta en Tultepec tardará en sanar. El silencio que ha reemplazado el estruendo festivo es un recordatorio constante de la pérdida. Pero en medio del dolor, la solidaridad y la esperanza se abren paso, iluminando el camino hacia la reconstrucción, tanto física como emocional, de una comunidad marcada por el fuego y la pólvora.
Fuente: El Heraldo de México