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12 de junio de 2025 a las 04:20

Alerta: Tormenta solar afecta la Tierra

El Sol, nuestra estrella más cercana, nos recuerda una vez más su inmenso poder. Una eyección de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés) de proporciones descomunales, observada el 31 de mayo de 2025 por el coronógrafo CCOR-1 a bordo del satélite GOES-19, impactó la Tierra desencadenando una tormenta geomagnética de categoría G4, la máxima en la escala de intensidad. Imaginen una onda expansiva solar, viajando a la asombrosa velocidad de 1,700 kilómetros por segundo, dirigida directamente hacia nuestro planeta. Este tipo de CME, conocidas como “de halo” por la forma en que se expanden alrededor del Sol, son un espectáculo impresionante captado por instrumentos como el CCOR-1, operado por el Laboratorio de Investigación Naval de Estados Unidos (NRL), una institución pionera en la vigilancia solar desde la década de los 70.

La información proporcionada por estos instrumentos es crucial, no solo para admirar la belleza cósmica, sino para proteger nuestra tecnología. Gracias a ellos, los científicos pueden predecir la llegada de estas tormentas geomagnéticas y estimar su impacto, permitiéndonos prepararnos para sus consecuencias. En un mundo cada vez más dependiente de la tecnología satelital, la comprensión del clima espacial se convierte en una necesidad, no en una simple curiosidad científica. Debemos aprender a convivir con estos eventos para minimizar sus efectos.

Si bien las tormentas geomagnéticas G4 no son comunes, su potencial disruptivo es innegable. La historia nos muestra que una CME veloz puede alcanzar la Tierra en menos de un día, afectando a múltiples regiones simultáneamente. En esta ocasión, la tormenta G4 generó una serie de efectos, algunos visualmente fascinantes, otros con implicaciones significativas para nuestra infraestructura tecnológica.

Desde auroras boreales danzando en latitudes inusuales, pintando el cielo nocturno con colores vibrantes, hasta disrupciones en sistemas que damos por sentados en nuestra vida diaria. Redes eléctricas, sistemas de posicionamiento global (GPS), comunicaciones de radio de alta frecuencia… todos vulnerables a la furia de esta tormenta geomagnética. Incluso los satélites en órbita baja experimentaron un aumento en la fricción atmosférica, un efecto invisible pero con potencial de alterar sus trayectorias y funcionamiento a largo plazo.

La magnitud de este evento subraya la importancia de la vigilancia constante y la preparación. Infraestructuras críticas, especialmente en el ámbito de la defensa, dependen de la información oportuna para activar protocolos de protección. Entidades como el Departamento de Defensa de Estados Unidos deben estar preparadas para mitigar los efectos de estas tormentas y garantizar la continuidad de sus operaciones.

¿Cómo funciona este fenómeno? Las tormentas geomagnéticas se producen cuando el viento solar, un flujo constante de partículas cargadas provenientes del Sol, interactúa con la magnetosfera terrestre, nuestro escudo protector natural. Esta interacción genera desequilibrios que se traducen en las alteraciones que hemos descrito. La intensidad de la tormenta depende de la fuerza de la CME y la orientación del campo magnético interplanetario.

En resumen, este evento nos recuerda la fuerza impredecible de la naturaleza y la importancia de la investigación científica para protegernos de sus embates. La predicción del clima espacial es una herramienta fundamental para salvaguardar nuestra tecnología y adaptarnos a la realidad de un mundo interconectado, donde el Sol, fuente de vida, también puede ser fuente de interrupciones significativas.

Fuente: El Heraldo de México