
11 de junio de 2025 a las 07:05
Tormenta azota Cuajimalpa y Álvaro Obregón
La furia de Tláloc se desató la noche del martes 10 de junio de 2025, descargando una tromba de agua sobre el poniente de la Ciudad de México que transformó calles en ríos y avenidas en lagunas. Cuajimalpa y Álvaro Obregón, dos de las alcaldías más afectadas, se vieron sumergidas bajo el intenso temporal, una escena que lamentablemente se repite con cada temporada de lluvias, poniendo en evidencia la vulnerabilidad de la infraestructura urbana ante la fuerza de la naturaleza.
Imaginen la angustia de los automovilistas atrapados en medio de la tormenta, con el agua subiendo de nivel a cada minuto. Avenida José María Castorena y José de los Cedros, en Cuajimalpa, se convirtieron en una trampa acuática, con un tirante de agua de 30 centímetros extendiéndose a lo largo de 50 metros. El puente de Carlos Echánove y Julián Adame, habitual vía de escape, también sucumbió a la inundación, dejando a su paso una hilera de vehículos varados, un testimonio palpable del caos vial que paralizó la zona. La colonia El Yaqui, con sus calles Juan de Dios y Miguel Romero convertidas en torrentes, fue otro de los puntos críticos, donde la bajada de agua complicó aún más la ya precaria situación.
En Álvaro Obregón, el panorama no fue menos desolador. La Calzada de las Águilas, una importante arteria vial, se vio severamente afectada a la altura de Tarango y Las Haciendas, con encharcamientos que dejaron a numerosos conductores a la deriva, esperando el auxilio de los servicios de emergencia. La caída de un árbol en la misma Calzada, a la altura de Los Albatros, agravó la situación, obligando al cierre de la vialidad y desviando el tráfico hacia Desierto de los Leones.
Los Bomberos de la Ciudad de México, verdaderos héroes anónimos, trabajaron incansablemente para atender las múltiples emergencias. Desde la remoción de árboles caídos en la colonia Cove y la colonia Estado de Hidalgo, hasta el rescate de automovilistas atrapados en las inundaciones, su labor fue crucial para mitigar los daños y proteger a la población. Imaginen la escena: un árbol de 15 metros arrancado de raíz, bloqueando por completo una calle, y los bomberos, con su valentía y pericia, trabajando contra reloj para despejar la vía y garantizar la seguridad de los vecinos.
La Alerta Naranja activada por la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil (SGIRPC) fue una señal de alarma ante la persistencia de las lluvias. El C5, con su invaluable labor de monitoreo y alerta temprana, instó a la población a extremar precauciones, evitar zonas de riesgo y mantenerse informada a través de los canales oficiales. La colaboración interinstitucional entre la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (Segiagua), los Bomberos y demás servicios de emergencia fue fundamental para enfrentar la contingencia y brindar apoyo a los afectados.
Más allá de las cifras y los reportes oficiales, es importante reflexionar sobre las historias humanas que se esconden detrás de cada inundación. Familias preocupadas por el regreso a casa de sus seres queridos, comerciantes que ven sus negocios afectados por el agua, vecinos unidos para ayudarse mutuamente en momentos de dificultad. Estas son las caras invisibles de la tormenta, las que nos recuerdan la importancia de la solidaridad y la prevención ante los embates de la naturaleza. ¿Qué podemos hacer como ciudadanos para estar mejor preparados ante futuras contingencias? ¿Cómo podemos fortalecer nuestra infraestructura urbana para que sea más resiliente a las lluvias? Estas son preguntas cruciales que debemos abordar como sociedad para construir una ciudad más segura y preparada para el futuro.
Fuente: El Heraldo de México