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11 de junio de 2025 a las 12:20
Renueva tu camión con ANPACT
La sombra de 600,000 gigantes de acero se cierne sobre México. No son monumentos a la industrialización, sino una flota de camiones obsoletos, con más de 19 años a cuestas, que rugen por las carreteras del país, dejando a su paso una estela de contaminación que amenaza la salud pública y el medio ambiente. Estos vehículos, con placas federales y estatales, se han convertido en un lastre para la competitividad nacional, según Rogelio Arzate, presidente de la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones (ANPACT).
Más allá de su evidente impacto ambiental, estos vehículos representan un costo operativo significativamente mayor para las empresas, un factor que se traduce en precios más altos para los consumidores y una desventaja frente a competidores internacionales. Imaginemos el impacto en la cadena de suministro: un camión que consume más combustible, requiere más mantenimiento y sufre más averías, inevitablemente encarece el transporte de mercancías, desde los productos agrícolas hasta los insumos industriales. Esto afecta a todos, desde el campesino que ve reducidas sus ganancias hasta la familia que paga más por la canasta básica.
La urgencia de renovar la flota vehicular no es solo una cuestión económica, sino también de salud pública. Los motores Euro III y anteriores, que impulsan a estos gigantes obsoletos, contaminan hasta un 90% más que las tecnologías más avanzadas, como la Euro VI/EPA 10, que será obligatoria a partir de enero de 2025. Respirar este aire contaminado aumenta el riesgo de enfermedades respiratorias, cardiovasculares e incluso cáncer, afectando especialmente a niños y adultos mayores. ¿Cuántos casos de asma infantil, cuántas hospitalizaciones por problemas cardíacos, podrían evitarse con una flota vehicular moderna y limpia?
La solución, según Arzate, radica en un programa de chatarrización robusto e incentivado que permita a los propietarios de estos vehículos obsoletos reemplazarlos por unidades nuevas, equipadas con tecnología de punta que reduzca las emisiones contaminantes y mejore la eficiencia. No se trata simplemente de retirar los camiones viejos de circulación, sino de ofrecer una alternativa viable y accesible para las empresas, impulsando la modernización del sector y generando un impacto positivo en la economía.
La situación se agrava con el aumento en la importación de vehículos pesados usados desde Estados Unidos. En 2024, se importaron casi 30,000 unidades usadas, una cifra alarmante que supera con creces el promedio anual de años anteriores. Esta práctica, lejos de ser una solución, profundiza el problema, inundando el mercado con vehículos aún más antiguos y contaminantes, desplazando la producción nacional y afectando la creación de empleos. Es una competencia desleal que perjudica a la industria nacional y perpetúa el ciclo de la obsolescencia.
La renovación de la flota vehicular no es un capricho, sino una necesidad imperante. Es una inversión en el futuro del país, en la salud de sus ciudadanos y en la competitividad de su economía. Es hora de dejar atrás a los gigantes de acero del pasado y apostar por un transporte moderno, limpio y eficiente, que impulse el desarrollo sostenible de México. El desafío está planteado, ¿estamos dispuestos a asumirlo?
Fuente: El Heraldo de México