La irresponsabilidad de una familia, captada en video arrojando bolsas de basura al Río Hondo en Naucalpan, ha desatado una ola de indignación en redes sociales y reavivado el debate sobre la urgente necesidad de endurecer las sanciones contra quienes atentan contra el medio ambiente. Las imágenes, que muestran con crudeza cómo tres personas descargan impunemente sus desechos en el afluente, han generado una cascada de críticas y exigencias de justicia por parte de la ciudadanía, cansada de la impunidad ante este tipo de delitos ambientales.

Este acto, aparentemente trivial para quienes lo cometieron, tiene consecuencias devastadoras para todo el ecosistema. La acumulación de basura no solo contamina el agua, sino que obstruye el flujo natural del río, provocando taponamientos que, en temporada de lluvias, agravan el riesgo de inundaciones. Recordemos los eventos del pasado 3 de junio, cuando las intensas precipitaciones causaron estragos en varios municipios del Valle de México, incluyendo Naucalpan. Las inundaciones, con sus consiguientes daños materiales y afectaciones al transporte público, son un recordatorio amargo de la fragilidad de nuestro entorno y de cómo la irresponsabilidad individual puede multiplicar los efectos de los fenómenos naturales.

La problemática de la basura en Naucalpan no es nueva. El municipio ha luchado constantemente contra la acumulación de desechos en sus calles, implementando operativos de limpieza como el desplegado en enero de este año, donde se recolectaron cerca de mil toneladas de basura. Sin embargo, estos esfuerzos resultan insuficientes si no se acompañan de una verdadera conciencia ciudadana y de un marco legal que castigue con severidad a quienes dañan el medio ambiente.

La propuesta del Congreso del Estado de México, a inicios de 2025, de imponer multas de hasta 500 mil pesos a quienes cometan delitos ambientales, representa un paso importante en la dirección correcta. El Código de la Biodiversidad establece las bases para sancionar este tipo de acciones, pero es crucial que su aplicación sea efectiva y que sirva como disuasivo para quienes aún no comprenden la gravedad de sus actos.

El caso del Río Hondo no es un hecho aislado. Este afluente, al igual que otros en la región, ha sido víctima constante de la contaminación y la irresponsabilidad. Recordemos las inundaciones de septiembre de 2024, provocadas por las intensas lluvias que causaron desbordamientos en comunidades como La Palma, Poza Honda y Minas el Telocote, además de deslaves en carreteras de Naucalpan y Toluca. Estos eventos nos recuerdan la interconexión entre el cuidado del medio ambiente y la seguridad de la población.

Es imperativo que las autoridades identifiquen a los responsables del incidente en el Río Hondo y apliquen las sanciones correspondientes. Más allá de la multa económica, es necesario promover una cultura de respeto al medio ambiente a través de campañas de concientización y educación ambiental. El futuro de nuestro entorno depende de la responsabilidad individual y colectiva. No podemos seguir siendo indiferentes ante la degradación de nuestros recursos naturales. El llamado a la acción es urgente y la responsabilidad es de todos.