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11 de junio de 2025 a las 18:25

Hotel Colonia Doctores: Tragedia y Terror

Tras la imponente fachada, desgastada por el tiempo y los elementos, se oculta La Posada del Sol, un nombre que evoca la promesa de días radiantes, pero que contrasta dramáticamente con la realidad sombría que se esconde tras sus muros. Ubicada en el corazón de la colonia Doctores, esta mole arquitectónica, otrora un hotel de ensueño, se yergue como un testigo silencioso de una historia trágica, un relato que entrelaza ambición, desesperación y un final envuelto en misterio.

Corría la década de 1940 cuando el ingeniero Fernando Saldaña Galván, imbuido de una visión grandiosa, se propuso construir el hotel más lujoso de México. Imaginen la magnitud de la obra: una manzana entera dedicada al opulento alojamiento, con más de 600 habitaciones, extensos jardines que prometían un oasis en medio del bullicio citadino, fuentes que susurraban melodías acuáticas, un teatro para deleitar a los huéspedes con espectáculos de primer nivel, una biblioteca que albergaba tesoros literarios, salones de baile donde la música y el glamour se fundían en una danza embriagadora, e incluso un mural del reconocido artista José Clemente Orozco, una joya artística que, lamentablemente, desapareció sin dejar rastro, sumando un enigma más a la historia del lugar.

Sin embargo, el sueño de Saldaña Galván se vio truncado. La Posada del Sol, a pesar de su esplendor y la ambición que la impulsó, nunca alcanzó el éxito anhelado. Las causas de su declive se pierden en un laberinto de especulaciones. Se habla de problemas financieros que asfixiaron el proyecto, de la sombra de la corrupción que se cernía sobre la obra, y de la falta de permisos que enredó el destino del hotel en una maraña burocrática. Pero la tragedia que marcó para siempre a La Posada del Sol, la que selló su destino y la envolvió en un halo de misterio, fue la muerte de su creador.

Fernando Saldaña Galván, abrumado por el fracaso de su ambicioso proyecto, decidió poner fin a su vida dentro del mismo edificio que había concebido como un símbolo de triunfo. La leyenda, tejida con los hilos del horror y la especulación, cuenta que se ahorcó en el patio central, un escenario macabro para el último acto de una vida dedicada a la construcción de un sueño que se desmoronó ante sus ojos. Pero la tragedia no se limitó a la muerte del ingeniero. Los rumores, susurrados con temor y fascinación, afirman que antes de quitarse la vida, Saldaña Galván también acabó con la vida de su esposa e hija, convirtiendo la Posada del Sol en un sepulcro familiar, un escenario de una tragedia inconmensurable.

Desde entonces, el edificio permanece abandonado, un esqueleto arquitectónico que se resiste al paso del tiempo. Algunos intentos de darle un nuevo propósito, de rescatarlo del olvido, han fracasado inexplicablemente. Se ha hablado de restaurarlo, de convertirlo en un centro cultural, pero ninguno de estos proyectos ha prosperado, como si una fuerza invisible se opusiera a cualquier intento de resucitar La Posada del Sol.

Quienes se han aventurado a traspasar sus muros, impulsados por la curiosidad o el morbo, relatan experiencias inquietantes. Sombras que se deslizan por los pasillos, voces que susurran en la oscuridad, llantos desgarradores que parecen provenir del más allá, una atmósfera opresiva que se apodera de los sentidos y genera una sensación de angustia inexplicable. Se rumorea que en sus sótanos, durante el periodo de abandono total, se llevaron a cabo prácticas ocultistas y satánicas, rituales oscuros que impregnaron el lugar con una energía siniestra.

Hoy, La Posada del Sol es conocida como "La Posada del Terror", un nombre que refleja la atmósfera de misterio y miedo que la envuelve. El edificio, cerrado al público y bajo vigilancia, sigue atrayendo a curiosos y amantes de lo paranormal, quienes buscan desafiar la seguridad y adentrarse en sus entrañas, en busca de una experiencia que confirme las leyendas que se tejen a su alrededor. La Posada del Sol, un monumento a la ambición frustrada, permanece en pie como un recordatorio de que a veces, los sueños más brillantes pueden transformarse en las pesadillas más oscuras.

Fuente: El Heraldo de México