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12 de junio de 2025 a las 01:35

Horror en Yecapixtla: Prisión para secuestrador incendiario

La barbarie se ha instalado en Morelos. Dos casos recientes nos estremecen y nos obligan a reflexionar sobre la vulnerabilidad de las mujeres y la impunidad que parece amparar a los agresores. En Yecapixtla, la historia de una pareja secuestrada, torturada y quemada viva nos hiela la sangre. Joseph Isaac “N”, uno de los autores de este acto inhumano, ya ha sido vinculado a proceso. Pero, ¿qué hay de sus cómplices? ¿Cuánto tiempo más tendremos que esperar para que la justicia alcance a todos los responsables de este atroz crimen? La Fiscalía Especializada en Feminicidios tiene la enorme responsabilidad de no dejar impune este caso y de garantizar que todos los involucrados paguen por sus actos. La víctima, una mujer que logró sobrevivir a las llamas gracias a la valentía de su pareja, merece justicia. Merece que el peso de la ley caiga sobre todos aquellos que intentaron arrebatarle la vida de la manera más cruel imaginable.

El caso de Temixco, por otro lado, nos muestra el rostro perverso del abuso de poder. Camilo Javier “N”, aprovechándose de su posición de autoridad sobre una adolescente que trabajaba con él, la engañó, la amenazó con un arma y la violó en repetidas ocasiones. La joven, traumatizada por las agresiones, tuvo que renunciar a su trabajo y vivir con el miedo constante de un nuevo ataque. Afortunadamente, contó con el apoyo de sus padres, quienes la acompañaron a denunciar los hechos. Ahora, este depredador sexual está tras las rejas, a la espera de que la justicia determine su condena.

Estos dos casos, tan distintos y a la vez tan similares en su brutalidad, nos interpelan como sociedad. Nos obligan a preguntarnos qué estamos haciendo mal, qué fallas en nuestro sistema permiten que estos horrores sigan ocurriendo. ¿Cómo podemos proteger a nuestras mujeres y niñas de la violencia machista que las acecha? Es urgente fortalecer las instituciones, garantizar el acceso a la justicia y promover una cultura de respeto e igualdad. No podemos permanecer indiferentes ante el dolor de las víctimas. Debemos exigir justicia y trabajar para construir una sociedad donde la violencia de género sea cosa del pasado. La indignación debe traducirse en acción. No podemos permitir que el miedo nos paralice. Debemos unirnos y alzar la voz para exigir un cambio real y profundo. El futuro de nuestras hijas y nietas depende de ello.

Fuente: El Heraldo de México