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11 de junio de 2025 a las 09:25

El Sueño Roto de LA

La sombra del poder se extiende sobre Los Ángeles, no con la promesa de progreso, sino con el acero frío de las bayonetas. 700 marines, cual piezas de ajedrez en un tablero geopolítico, han sido desplegados en la ciudad, transformando el paisaje urbano en un escenario de tensión. La justificación oficial, "proteger a los agentes de inmigración", suena hueca ante la ausencia de una emergencia declarada, un ataque inminente o una frontera bajo fuego real. Lo que sí abunda son las cámaras, testigos mudos de una puesta en escena cuidadosamente orquestada por un presidente que ha confundido el arte de gobernar con la dirección de un reality show.

Donald Trump, de regreso en el escenario político, no se conforma con retomar las riendas del poder. Anhela reescribir el mapa, no con la tinta de la diplomacia, sino con la huella imborrable de las botas militares. A las puertas de las elecciones intermedias de 2026, ha decidido encarnar el papel de "sheriff en jefe", un personaje que se rige por sus propias leyes y que se alimenta de la creación de enemigos. Y en esta narrativa maniquea, el sur, con su carga histórica de prejuicios y estereotipos, se convierte en el villano perfecto.

Kristi Noem, Secretaria de Seguridad, actúa como la guardiana ideológica de este relato, señalando a México como el responsable del "desorden migratorio". Su retórica incendiaria, que criminaliza al migrante y militariza la política, alimenta el fuego de la xenofobia y el miedo. La frontera, antaño un espacio de intercambio y encuentro, se ha transformado en un teatro donde se patrulla para las cámaras, se legisla por decreto y se gobierna a golpe de tuit.

La respuesta de México, desde el Palacio Nacional, ha sido cautelosa, casi un susurro en medio de la tempestad. La solicitud de una reforma migratoria "integral" que reconozca el aporte de los mexicanos a la economía estadounidense, aunque justa y necesaria, parece perderse en el vacío de una realidad dominada por las narrativas impuestas. El problema es que Trump no solo está reescribiendo el mapa geopolítico, sino también las reglas del juego.

Mientras tanto, el castillo de naipes económico de Trump comienza a desmoronarse. La disputa pública con Elon Musk, otrora aliado estratégico, ha dejado al descubierto las grietas en el bloque empresarial que lo sostenía. A esto se suma el declive del dólar frente a monedas emergentes, incluyendo el peso mexicano, una ironía cruel para un presidente que prometió “hacer grande a América otra vez”. La paradoja es brutal: mientras la moneda se devalúa, los marines ascienden. Mientras el poder adquisitivo de los estadounidenses se erosiona, el gobierno prefiere buscar culpables externos en lugar de enfrentar sus propias fallas estructurales.

Los Ángeles, la ciudad de los sueños, despierta hoy rodeada de soldados, drones y discursos que la reducen a una amenaza. Pero más allá del despliegue militar, lo que realmente inquieta es el silencio cómplice de México, que parece aceptar este nuevo orden sin oponer resistencia. Un silencio que pesa más que las botas de los marines y que resuena como una traición a la memoria de aquellos que cruzaron la frontera buscando un futuro mejor.

La frase anónima que resuena en las calles de Los Ángeles, "Una ciudad no se mide por sus rascacielos, sino por la forma en que trata a sus más vulnerables", se convierte en un grito de resistencia en medio de la oscuridad. Un recordatorio de que la verdadera grandeza de una nación no se mide en la fuerza de sus armas, sino en la compasión y la justicia con la que trata a sus habitantes. ¿Quién apagará la luz al final de este oscuro capítulo? La respuesta, aún incierta, pende como una espada de Damocles sobre el futuro de ambos países.

Fuente: El Heraldo de México