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11 de junio de 2025 a las 09:15

Duelo de Titanes: Musk vs Trump

La inesperada alianza entre Elon Musk y Donald Trump, una unión que muchos predijeron efímera desde su inicio, ha llegado a un abrupto final. Cinco meses bastaron para que el magnate de la tecnología, dueño de un imperio que abarca desde la exploración espacial con SpaceX hasta la movilidad eléctrica con Tesla, abandonara su puesto en la Casa Blanca y, con él, la aparente camaradería que compartía con el expresidente. El detonante de esta ruptura: el One Big Beautiful Bill Act, un proyecto de ley presupuestaria impulsado por el Partido Republicano y la Casa Blanca, que ha superado su primera etapa en el Congreso y desatado la furia de Musk.

La polémica ley contempla una inversión considerable en seguridad fronteriza, incluyendo la ampliación del muro migratorio, nuevas barreras fluviales y terrestres, y un aumento significativo en el número de agentes de inmigración, aduanas y patrulla fronteriza. Si bien incluye exenciones fiscales para programas de seguridad social y propinas, así como recortes al seguro médico, el punto más controvertido, y el que ha llevado a Musk a romper con Trump, es la autorización para que el gobierno contraiga hasta 5 billones de dólares en deuda pública.

Para Musk, este acto no representa patriotismo, sino "corrupción maquillada de nacionalismo". A través de su red social, X (anteriormente Twitter), acusó al gobierno de endeudarse en nombre del pueblo para beneficiar a unos pocos, y en una entrevista posterior en Fox News, fue más allá, sugiriendo que la política migratoria sirve como una fachada para negocios privados y que parte del presupuesto se destinaría a empresas constructoras vinculadas a donantes del Partido Republicano. "No puedo formar parte de un gobierno que prioriza las elecciones sobre el futuro del país", sentenció.

Como era de esperar, la respuesta de Trump no se hizo esperar. En un mitin en Arizona, calificó a Musk de "traidor a Estados Unidos" y "típico millonario que se cree superior al pueblo". Acusó al empresario de buscar únicamente subsidios y contratos gubernamentales, y celebró su renuncia como "una bendición disfrazada". La disputa continuó en Truth Social, donde Trump escribió: "Elon es inteligente, pero no es leal. Nunca lo fue. Cree que puede comprar influencia como compra acciones".

La guerra de declaraciones escaló aún más cuando Musk comenzó a difundir documentos que revelaban beneficios fiscales multimillonarios otorgados a empresas de defensa, rivales de SpaceX, insinuando un claro favoritismo de Trump hacia compañías de su círculo cercano.

Este episodio no es más que un ejemplo de las complejas y a menudo turbulentas relaciones entre el poder económico y el poder político. Musk, al igual que otros magnates, se unió al gobierno no por altruismo o vocación de servicio público, sino por interés propio. Buscaba influir en la política fiscal, expandir su negocio espacial y mejorar la imagen de X. La alianza Musk-Trump terminó como suelen terminar este tipo de asociaciones: con sonrisas públicas, cálculos privados y, finalmente, traiciones a viva voz. Un recordatorio de que en los pasillos del poder, las lealtades son frágiles y los intereses, a menudo, se imponen sobre cualquier otra consideración.

Fuente: El Heraldo de México