
11 de junio de 2025 a las 06:50
Alerta: Conoce los síntomas del infarto cerebral
La noticia del infarto cerebral sufrido por la sobrina de Laura Flores, Alexis, de tan solo 33 años, nos golpea con la cruda realidad de que esta enfermedad no discrimina por edad. La imagen de una joven llena de vida luchando por recuperarse nos conmueve y nos obliga a reflexionar sobre la importancia de la prevención y la atención temprana. El caso de Alexis, lamentablemente, no es un hecho aislado. Cada vez escuchamos con mayor frecuencia historias similares, historias que nos recuerdan la fragilidad de la vida y la necesidad de cuidar nuestra salud.
El Dr. Robert Brown, neurólogo de la prestigiosa Clínica Mayo, nos explica que existen dos tipos principales de infartos cerebrales: el isquémico, causado por un bloqueo arterial que interrumpe el flujo sanguíneo al cerebro, y el hemorrágico, provocado por la ruptura de una vena que derrama sangre sobre el tejido cerebral. El primero, el isquémico, representa la gran mayoría de los casos, alcanzando un alarmante 85%. Es vital comprender esta distinción, ya que el tratamiento adecuado depende del tipo de infarto. Un diagnóstico preciso y una rápida intervención médica pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte, o entre una recuperación completa y una discapacidad permanente.
Si bien cualquier persona puede sufrir un infarto cerebral, existen factores de riesgo que aumentan considerablemente las probabilidades. La edad, la etnia, el sexo y los antecedentes familiares juegan un papel importante. Personas mayores de 55 años, de ascendencia afroamericana, hombres o con historial familiar de infartos cerebrales o ataques cardíacos se encuentran en un grupo de mayor riesgo. Sin embargo, no podemos olvidar que el estilo de vida también influye significativamente. El sobrepeso, la inactividad física, el consumo excesivo de alcohol y el uso de drogas son factores que incrementan el peligro. Asimismo, hábitos nocivos como el tabaquismo, la hipertensión, el colesterol alto, la diabetes mal controlada, la apnea del sueño y ciertas enfermedades cardíacas contribuyen a elevar las probabilidades de sufrir un infarto cerebral.
Más allá de las secuelas físicas, el impacto emocional de un infarto cerebral puede ser devastador. Sentimientos de frustración, desamparo y depresión son comunes en pacientes que han sufrido este tipo de evento. Por ello, es crucial que, una vez superada la fase aguda, se brinde un adecuado apoyo psicológico y emocional. El acompañamiento de especialistas en salud mental es fundamental para ayudar a los pacientes a procesar la experiencia, recuperar la confianza en sí mismos y reintegrarse a su vida cotidiana.
La Clínica Mayo, en su labor de concientización, destaca la importancia de reconocer los síntomas de un infarto cerebral y actuar con rapidez. Cada minuto cuenta. Ante la sospecha de un infarto cerebral, la atención médica inmediata es crucial para minimizar el daño cerebral. Conocer los síntomas y buscar ayuda sin demora puede salvar vidas y prevenir discapacidades. La información es poder, y en este caso, puede ser la diferencia entre una recuperación exitosa y un futuro incierto. La historia de Alexis nos recuerda la importancia de cuidar nuestra salud y estar atentos a las señales de nuestro cuerpo. Informarnos, adoptar hábitos saludables y buscar atención médica oportuna son acciones que pueden protegernos a nosotros y a nuestros seres queridos de esta enfermedad que puede cambiar la vida en un instante.
Fuente: El Heraldo de México