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10 de junio de 2025 a las 06:25

Toro desbocado deja 12 heridos en fiesta patronal peruana

La tranquilidad festiva de Andamarca, en el corazón de Ayacucho, se vio brutalmente interrumpida. Lo que prometía ser una tarde de algarabía y tradición, con la vibrante corrida de toros como plato fuerte de las festividades patronales, se transformó en una escena de pánico y dolor. El coliseo, epicentro de la celebración y conectado directamente con las arterias principales de la comunidad, se convirtió en un escenario de caos cuando uno de los imponentes animales logró romper las barreras de contención.

Imaginen la escena: un mar de gente, locales y visitantes, unidos por la festividad, expectantes ante el espectáculo taurino, parte integral de sus raíces culturales y religiosas. De pronto, la euforia se congela, reemplazada por gritos de terror. Un toro, liberado de su confinamiento, siembra el pánico entre la multitud. La estampida humana es inevitable, una mezcla desesperada de gritos y carreras en busca de refugio.

Las redes sociales, testigos implacables de nuestro tiempo, se inundaron con videos que documentan la tragedia. En las crudas imágenes se observa la desesperación de la gente saltando desde un muro de considerable altura –aproximadamente tres metros– con la esperanza de eludir la furia del animal. Otros, en un intento frenético por salvar sus vidas, corren sin rumbo fijo en medio de la confusión generalizada.

Un video en particular se ha grabado en la memoria colectiva: una joven, alcanzada por el toro, es lanzada por los aires tras una violenta embestida. La caída, brutal, la deja inmóvil en el suelo. A pesar de los valientes esfuerzos de algunos asistentes, que intentan distraer al animal lanzándole objetos, la mujer permanece inconsciente. Según testigos presenciales, el toro, enardecido, mantuvo su actitud agresiva durante largos minutos, dificultando las labores de rescate y aumentando la angustia de los presentes.

El Hospital Regional de Ayacucho, receptor del torrente de heridos, se convirtió en un hervidero de actividad. El personal médico, trabajando a contrarreloj, atendió a las doce víctimas, algunas con heridas de diversa consideración. La situación de uno de los pobladores reviste especial gravedad: presenta heridas cortantes y un traumatismo encéfalo craneano moderado, manteniéndose bajo estricta observación médica. Su pronóstico, aún reservado, mantiene en vilo a toda la comunidad.

En medio del caos y la desesperación, la solidaridad andamarquina brilló con fuerza. Miembros de la Compañía de Bomberos, con su característico valor y profesionalismo, llegaron al lugar para brindar los primeros auxilios y coordinar el traslado de los heridos al hospital. Pero no estuvieron solos. Numerosos pobladores, dejando de lado su propio temor, se unieron a las labores de rescate, auxiliando a los caídos, consolando a los aterrorizados y demostrando que, incluso en las peores circunstancias, el espíritu de comunidad prevalece.

Este lamentable incidente reabre el debate sobre la seguridad en los eventos taurinos, planteando interrogantes sobre las medidas de prevención implementadas y la necesidad de reforzar los protocolos para garantizar la integridad tanto de los participantes como de los espectadores. La tragedia de Andamarca sirve como un doloroso recordatorio de la fragilidad de la vida y la importancia de priorizar la seguridad en todo tipo de eventos públicos.

Fuente: El Heraldo de México