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10 de junio de 2025 a las 08:10
Protestas en Texas: Incidentes en Austin y Dallas
La tensión se palpa en el aire texano. Dos de sus ciudades más vibrantes, Dallas y Austin, se han convertido en el escenario de un clamoroso grito contra las políticas migratorias del gobierno de Donald Trump. No se trata de meros incidentes aislados, sino de la expresión de una profunda inquietud que recorre las comunidades migrantes y a aquellos que se solidarizan con su causa. La tarde del 9 de junio quedará grabada en la memoria colectiva como el día en que la indignación se desbordó, tomando las calles y desafiando el statu quo.
En Dallas, la emblemática Margaret Hunt Hill Bridge fue testigo de una marcha pacífica que, lamentablemente, se vio empañada por la acción de algunos agitadores. Mientras la mayoría de los manifestantes expresaban su descontento de forma serena, un pequeño grupo se enfrentó a la policía local, lanzando proyectiles. La respuesta de las fuerzas del orden no se hizo esperar, resultando en un intercambio que, afortunadamente, solo culminó con un arrestado por agresión a un oficial. El resto de la manifestación se disolvió pacíficamente al caer la noche, dejando tras de sí una estela de interrogantes y la certeza de que la lucha continúa.
En Austin, la capital del estado, el panorama fue diferente. La indignación se manifestó con mayor intensidad, traduciéndose en actos de vandalismo contra edificios gubernamentales. El edificio federal J.J. Pickle, sede del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), se convirtió en el blanco de la furia de los manifestantes, quienes lo cubrieron con pintadas y rompieron sus ventanas. Los nombres de Donald Trump y del ICE resonaban en los gritos de la multitud, cargados de frustración y rabia contenida.
La marcha continuó hacia el Capitolio de Texas, donde un imponente despliegue policial esperaba a los manifestantes. La tensión se podía cortar con un cuchillo. El aire se llenó de gas lacrimógeno y el sonido de las armas no letales resonó en la noche, mientras la policía intentaba dispersar a la multitud. Las autoridades declararon ilegal la reunión en el casco histórico de la ciudad, una medida que no ha hecho más que avivar el fuego de la protesta.
Estos acontecimientos no son sino la punta del iceberg. Representan el síntoma de una profunda división social, de una herida abierta que sigue sangrando. Las políticas migratorias de la administración Trump han generado un clima de miedo e incertidumbre en las comunidades migrantes, que ven amenazado su derecho a una vida digna. La respuesta de estas comunidades ha sido clara: tomar las calles, alzar la voz y exigir un cambio. Los organizadores de las manifestaciones han anunciado que las protestas continuarán en los próximos días, lo que anticipa un verano caliente en Texas, un verano de lucha por los derechos de los migrantes. La pregunta que queda en el aire es: ¿escuchará el gobierno el clamor de su pueblo?
Fuente: El Heraldo de México