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10 de junio de 2025 a las 07:25

Los Ángeles se planta ante el ICE

La tensión se palpa en el aire de Los Ángeles. El aroma a café recién hecho se mezcla con el de las pancartas y la determinación. Una ciudad santuario, crisol de culturas y sueños, ha dicho "basta". No es un simple murmullo, es un rugido que retumba en cada esquina, en cada hogar, en cada corazón migrante. Millones de historias, entrelazadas por la esperanza y el temor, convergen en una sola voz: resistencia.

La valentía de Los Ángeles es un faro en la tormenta. Mientras el miedo paraliza a otras ciudades, aquí, la gente se planta cara a cara con la injusticia. No se trata solo de leyes, se trata de familias, de vidas destrozadas por la amenaza constante de la deportación. Hombres y mujeres que contribuyen a la riqueza y diversidad de este país, obligados a vivir en la sombra, con el temor constante de ser arrancados de sus hogares, de sus trabajos, de sus comunidades.

La ciudad de los Ángeles, con su larga historia de lucha por los derechos civiles, se levanta una vez más. Recuerda las protestas de 1992, la indignación, la solidaridad. La llegada de la Guardia Nacional, sin el consentimiento del Gobernador, es una herida abierta, una muestra del autoritarismo que pretende silenciar las voces disidentes. Una medida extrema que no se veía desde 1965, y que aviva aún más las llamas de la protesta.

Catorce millones de migrantes indocumentados, la mayoría mexicanos, viven bajo la sombra de la deportación. Un millón al año. Esa es la meta que se ha propuesto la administración Trump. Una cifra escalofriante que se traduce en familias separadas, en sueños rotos, en un futuro incierto. Agentes de ICE irrumpiendo en lugares de trabajo, escuelas, incluso en las cortes donde la gente busca regularizar su situación. Una cacería implacable que siembra el terror en la comunidad migrante.

Las consecuencias para México son devastadoras. No solo se trata del número de deportaciones, sino del impacto humano, del dolor de las familias separadas, de la incertidumbre que se cierne sobre miles de personas. Un drama humano que se repite día tras día, dejando cicatrices profundas en ambos lados de la frontera.

La esperanza, sin embargo, se niega a morir. La fe en un Estados Unidos que, a pesar de todo, siga siendo un país de migrantes, se mantiene viva. La lucha de Los Ángeles es un ejemplo, una chispa que podría encender la llama de la resistencia en otras ciudades. Un llamado a la conciencia, a la solidaridad, a la defensa de los derechos humanos.

La militarización de la ciudad, con la llegada de cientos de marines, es una señal preocupante. La fuerza bruta contra la voz del pueblo. Un escenario que recuerda épocas oscuras y que plantea interrogantes sobre el futuro. ¿Prevalecerá la represión o la resistencia? ¿Logrará la administración Trump silenciar las voces disidentes o la lucha por los derechos de los migrantes se extenderá por todo el país?

El tiempo lo dirá. Pero mientras tanto, Los Ángeles se mantiene firme, un faro de esperanza en la oscuridad. Una ciudad que se niega a ser silenciada, que se levanta con valentía frente a la injusticia y que nos recuerda que la lucha por un mundo más justo y humano es una tarea de todos.

Fuente: El Heraldo de México