
10 de junio de 2025 a las 08:45
Justicia para el Colectivo Hasta Encontrarte
La noche del 9 de junio se tiñó de sangre y terror en la colonia Álvaro Obregón, específicamente en la zona conocida como La Perdida, un lugar marcado por la inseguridad y la violencia en Guanajuato. Un nuevo capítulo de horror se escribe en la historia de las familias que buscan desesperadamente a sus desaparecidos, esta vez con el secuestro de José Arias, miembro de la brigada de búsqueda del colectivo Hasta Encontrarte, tras el asesinato a sangre fría de su hijo.
Imaginen la escena: una familia reunida en su hogar, un viernes por la noche. De pronto, la tranquilidad se rompe con el estruendo de la violencia. Civiles armados, según reportes policiales, irrumpen en la vivienda, forzando la entrada y sembrando el pánico. El objetivo: José Arias, de 54 años, un hombre que dedicaba su vida a buscar a otros, a devolver la esperanza a familias destrozadas por la desaparición de sus seres queridos. Pero antes de llevárselo, los agresores cometieron un acto de barbarie inenarrable: asesinaron a balazos a su hijo frente a los horrorizados ojos de la familia.
La impotencia y el dolor se entremezclan con la rabia y la indignación. ¿Cómo es posible que quienes se dedican a buscar a los ausentes sean víctimas de esta violencia desmedida? El colectivo Hasta Encontrarte, a través de sus redes sociales, lanzó un grito desesperado: "Desaparecieron a un buscador… y, antes de desaparecerlo, matan a su hijo". Un llamado a la acción, una súplica a las autoridades y a la sociedad en general para que se movilicen y encuentren con vida a José Arias. "Ni un buscador más", claman, recordándonos la vulnerabilidad de quienes se enfrentan día a día al peligro en la búsqueda de la verdad y la justicia.
La pregunta que resuena en el aire es ¿quiénes están detrás de este acto atroz? ¿Qué mensaje buscan enviar silenciando a quienes se atreven a desafiar la impunidad? Las autoridades, con la Fiscalía de Guanajuato a la cabeza, tienen la responsabilidad de esclarecer los hechos, de dar respuestas a una familia destrozada y a una sociedad que exige justicia. Los peritajes ya se realizaron, el cuerpo del hijo de José fue trasladado al Servicio Médico Forense, pero la angustia continúa. Cada minuto que pasa es una tortura para la familia de José, una herida abierta en el corazón de un colectivo que se niega a rendirse.
La movilización de las fuerzas de seguridad, incluyendo policías municipales, estatales, Guardia Nacional y Ejército, es un primer paso, pero no es suficiente. Se necesita una investigación exhaustiva, que no deje cabos sueltos, que identifique a los responsables y los lleve ante la justicia. El caso de José Arias no puede quedar impune. Es un llamado a la conciencia colectiva, una invitación a reflexionar sobre la grave crisis de violencia que azota al país y la necesidad urgente de proteger a quienes defienden los derechos humanos y buscan a sus desaparecidos. La solidaridad y la exigencia de justicia son las únicas armas que nos quedan para romper el ciclo de violencia y construir un futuro donde la búsqueda de la verdad no signifique una sentencia de muerte.
Fuente: El Heraldo de México