La desaparición y posterior hallazgo del cuerpo de Yuridia Ferrer Santiago ha conmocionado a la comunidad de Acatepec, Guerrero, y ha reavivado la urgente conversación sobre la violencia de género en México. La joven de 29 años, quien fue vista por última vez el 3 de junio en El Crucero de El Llano, camino a su trabajo, fue encontrada sin vida en una fosa clandestina dentro de una huerta de café en la comunidad de El Izote. Este trágico descubrimiento, ocurrido el pasado lunes tras una intensa búsqueda coordinada entre autoridades y colectivos locales, ha dejado una profunda herida en la región.

La incertidumbre que rodeó la desaparición de Yuridia durante los días posteriores a la denuncia interpuesta por sus familiares el 5 de junio, se transformó en dolor e indignación tras la confirmación de su fallecimiento. La falta de información oficial sobre las causas de su muerte y el estado en que fue encontrado su cuerpo, alimenta la angustia y la exigencia de justicia por parte de la comunidad. Mientras las autoridades continúan con las investigaciones, la sociedad se pregunta qué le sucedió a Yuridia y clama por respuestas. ¿Quién o quiénes son responsables de este acto atroz? ¿Qué medidas se tomarán para que este tipo de tragedias no se repitan?

El caso de Yuridia, lamentablemente, no es un hecho aislado. Se suma a la larga lista de mujeres víctimas de la violencia en un país donde la impunidad parece reinar. Colectivos feministas, como Montaña Feminista Tlapa, han alzado la voz para exigir justicia y para denunciar la ineficacia de las políticas públicas implementadas para la protección de las mujeres. Sus palabras resonan con fuerza en las redes sociales, donde la noticia del fallecimiento de Yuridia se ha viralizado, generando una ola de solidaridad y demanda de acciones concretas. "Yuridia salió a trabajar y no volvió", un testimonio desgarrador que refleja la vulnerabilidad que enfrentan muchas mujeres en su día a día.

La exigencia de justicia para Yuridia se entrelaza con la necesidad de una transformación profunda en la sociedad. No basta con lamentar estas pérdidas, se requiere un compromiso real por parte de las autoridades para investigar a fondo cada caso, castigar a los responsables y, sobre todo, implementar medidas preventivas que protejan a las mujeres de la violencia. La indignación que ha generado este caso debe convertirse en un catalizador para el cambio, para la construcción de un futuro donde las mujeres puedan vivir libres y seguras.

La publicación del hermano de Yuridia, Teo Ferrer, en redes sociales, clamando por justicia y pidiendo la colaboración de la ciudadanía para difundir el caso, es un reflejo del dolor y la impotencia que embarga a las familias de las víctimas. Su llamado a la comprensión y a la empatía nos recuerda que la violencia de género nos afecta a todos y todas, que la lucha por la justicia y la igualdad es una responsabilidad compartida.

El caso de Yuridia Ferrer Santiago debe ser un punto de inflexión. Un llamado a la acción para que la sociedad, las autoridades y las familias trabajemos juntas para erradicar la violencia de género y construir un país donde las mujeres puedan vivir sin miedo. La memoria de Yuridia y de todas las víctimas debe ser un motor para la transformación, para la creación de un futuro donde la vida de las mujeres sea valorada y protegida.