
10 de junio de 2025 a las 09:40
Fortalece tu Corazón
La historia de Micah True, "Caballo Blanco", resuena como un eco en las montañas de la Sierra Tarahumara, donde su pasión por correr lo llevó a desafiar los límites de la resistencia humana. Su trágico final, mientras practicaba lo que amaba, nos recuerda la fragilidad de la vida y la importancia de comprender los riesgos asociados con el ejercicio de alta intensidad. La noticia de su fallecimiento, en 2012, conmocionó al mundo del ultramaratón y desató un debate sobre los límites del esfuerzo físico y la salud cardíaca.
El descubrimiento de la proteína Troponina en la sangre de corredores tras grandes esfuerzos, inicialmente generó alarma. Se temía que incluso el ejercicio intenso pudiera causar daños irreparables al corazón. Sin embargo, investigaciones posteriores han matizado esta preocupación. La presencia de Troponina, incluso después de ejercicio moderado en personas sanas, sugiere que su liberación podría ser parte de un proceso celular normal, no necesariamente patológico. Este hallazgo nos invita a replantear la forma en que entendemos la relación entre el ejercicio y la salud cardiovascular.
El caso de Hugo Farias, el atleta brasileño que corrió un maratón diario durante 366 días, nos proporciona una perspectiva fascinante. Su riguroso seguimiento médico, que incluyó ecocardiogramas y pruebas de esfuerzo, demostró que un volumen extremo de ejercicio no tiene por qué ser perjudicial para el corazón, siempre y cuando se realice con la intensidad adecuada y se priorice la recuperación. La clave, según los expertos, reside en el equilibrio. Farias no solo corrió, sino que se rodeó de un equipo multidisciplinario que monitoreó su salud y lo guió en cada etapa del proceso. Su experiencia, documentada en la revista Arquivos Brasileiros de Cardiología, demuestra que la preparación, la planificación y la escucha del propio cuerpo son fundamentales para alcanzar metas ambiciosas sin comprometer la salud.
La historia de Farias contrasta con la de muchos corredores aficionados que, llevados por la euforia de la competencia, se lanzan a retos que superan su capacidad física. La falta de entrenamiento adecuado y el desconocimiento de posibles afecciones cardíacas preexistentes son factores de riesgo que pueden tener consecuencias fatales. La línea de salida no debe ser el punto de partida, sino la culminación de un proceso de preparación consciente y responsable.
No se trata de demonizar el deporte, ni de desalentar a quienes buscan superarse a sí mismos. Al contrario, se trata de promover una cultura de la actividad física responsable, basada en el conocimiento, la prudencia y el respeto por las señales que nos envía nuestro cuerpo. Correr, como cualquier otra actividad física, debe ser una fuente de bienestar, no un camino hacia la enfermedad. La sabiduría de Hipócrates, "Si encontráramos el modo de que cada persona hiciera la cantidad correcta de ejercicio y recibiera el alimento necesario, ni en exceso ni en defecto, habríamos hallado el camino más seguro hacia la salud", sigue vigente hoy más que nunca. La clave está en encontrar el equilibrio, en escuchar a nuestro cuerpo y en recordar que la salud es un tesoro que debemos cuidar con esmero. El deporte, practicado con responsabilidad, puede ser un aliado invaluable en esta tarea.
Fuente: El Heraldo de México