La creciente presencia de exmilitares colombianos en las filas del crimen organizado mexicano, específicamente en el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Sinaloa, ha encendido las alarmas de las autoridades de ambos países. Este fenómeno, revelado por el Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, destapa una preocupante conexión transnacional que refuerza la capacidad operativa de estos grupos criminales.

La detención de 12 ciudadanos colombianos, entre ellos 9 exmilitares, tras un operativo en Los Reyes, Michoacán, arroja luz sobre las estrategias de reclutamiento que emplean estos cárteles. No se trata de reclutas improvisados, sino de individuos con entrenamiento militar, expertos en el manejo de armamento y tácticas de combate. Esta sofisticación representa un desafío considerable para las fuerzas de seguridad mexicanas, que se enfrentan a un enemigo con mayor capacidad de fuego y organización.

La experiencia de estos exmilitares colombianos, curtidos en el largo conflicto interno de su país, es un activo invaluable para los cárteles mexicanos. Su conocimiento en estrategias de guerra irregular, manejo de explosivos y técnicas de infiltración les permite desempeñar roles clave en las operaciones de estos grupos, desde el entrenamiento de nuevos reclutas hasta la planificación y ejecución de ataques.

La colaboración entre México y Colombia para combatir este fenómeno es fundamental. El intercambio de información ágil y la superación de trabas burocráticas, como destacó García Harfuch, son cruciales para desmantelar estas redes de reclutamiento y frenar el flujo de combatientes experimentados hacia México. Esta cooperación binacional debe profundizarse, incluyendo no solo el intercambio de inteligencia, sino también la capacitación conjunta de fuerzas de seguridad y el desarrollo de estrategias conjuntas para combatir el crimen transnacional.

La pregunta que surge es: ¿Qué motiva a estos exmilitares colombianos a unirse a las filas del narcotráfico mexicano? Las posibles respuestas son complejas y multifacéticas. Factores como la falta de oportunidades laborales en su país de origen, las atractivas ofertas económicas de los cárteles y la promesa de una vida al margen de la ley, podrían estar impulsando a estos individuos a tomar este peligroso camino. Es crucial abordar las raíces de este problema, implementando políticas que promuevan la reinserción social de excombatientes y generen oportunidades económicas en las regiones más afectadas por la violencia.

El reclutamiento de exmilitares colombianos por parte de cárteles mexicanos representa una escalada en la complejidad del panorama criminal. Este fenómeno exige una respuesta contundente y coordinada por parte de ambos gobiernos, que vaya más allá de la simple captura de individuos. Se necesita una estrategia integral que aborde las causas estructurales que alimentan este problema y fortalezca las capacidades de las instituciones encargadas de combatir el crimen organizado. El futuro de la seguridad en la región depende de la eficacia de estas acciones.