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10 de junio de 2025 a las 09:40
El Sargazo: ¿Oportunidad perdida para México?
La pesadilla del sargazo vuelve a azotar las costas del Caribe mexicano. Millones de toneladas de esta macroalga, 37.5 millones solo en mayo según datos de la UNAM, tiñen de marrón nuestras playas paradisíacas, un espectáculo tan imponente como preocupante. Si bien en su hábitat natural, el Mar de los Sargazos, esta alga es un ecosistema vital para multitud de especies marinas, desde peces y tortugas hasta cangrejos y camarones, su llegada masiva a nuestras costas se convierte en una seria amenaza. La descomposición del sargazo libera gases tóxicos, causando problemas respiratorios a los habitantes de la zona y asfixiando la vida marina costera. El turismo, motor económico de la región, se ve gravemente afectado, con playas intransitables y un olor nauseabundo que aleja a los visitantes.
Pero, ¿es el sargazo únicamente un enemigo? La respuesta es un rotundo no. Esta macroalga esconde un tesoro de componentes con un enorme potencial para diversas industrias. Imaginen: biogás, diésel para la industria aeronáutica, fertilizantes… las posibilidades son infinitas. El problema radica en que México, a pesar de contar con la capacidad científica y técnica para aprovechar este recurso, no lo ha hecho. El Instituto Mexicano de Investigación en Pesca y Acuacultura Sustentables (IMIPAS) posee el conocimiento necesario para transformar esta problemática en una oportunidad.
Durante la administración anterior, se gestó un ambicioso proyecto para convertir el sargazo en biogás y diésel. Una iniciativa que prometía no solo mitigar el impacto ambiental, sino también generar recursos económicos y impulsar la innovación en el país. Este proyecto, presentado a la Secretaría de Hacienda y a la Cancillería, incluso contaba con la posibilidad de financiamiento internacional. Sin embargo, con el cambio de gobierno, cayó en el olvido, como tantos otros proyectos con un futuro prometedor.
Ahora, con el reciente anuncio de la construcción de una planta para recolectar, tratar y generar biogás a partir del sargazo, parece que volvemos a la casilla de salida. Reinventar la rueda, en lugar de aprovechar el trabajo y el conocimiento preexistente. ¿Desconocimiento? ¿Desinterés? Sea cual sea la razón, perdemos un tiempo valioso y recursos que podrían destinarse a perfeccionar las tecnologías existentes y explorar nuevas aplicaciones para el sargazo.
Es hora de apostar por la ciencia y la tecnología mexicanas. De aprovechar el potencial de nuestros investigadores y científicos. El sargazo, lejos de ser una maldición, puede convertirse en una oportunidad. Una oportunidad para proteger nuestras costas, impulsar la economía y demostrar la capacidad de innovación de nuestro país. El llamado está hecho. ¿Responderemos al reto? El futuro de nuestras playas, y quizás de muchas industrias, depende de ello.
Fuente: El Heraldo de México