El misterio de la Mujer Perro de la UNAM ha resurgido de las sombras del campus universitario, alimentando la fascinación por lo paranormal y las leyendas urbanas. Mucho más que una simple historia de fantasmas, la Mujer Perro se entrelaza con la historia misma de la universidad, en particular con los turbulentos sucesos de 1968. A diferencia de las típicas apariciones espectrales que infunden terror, la Mujer Perro evoca un sentimiento de compasión, una peculiaridad que la distingue del resto del folklore fantasmagórico.

Las descripciones de quienes afirman haberla visto coinciden en una figura femenina, delgada, de piel morena y cabello largo, vestida de morado. Lo que la hace verdaderamente singular es su forma de desplazamiento: camina en cuatro patas. Este detalle, aunado a su supuesto poder protector, ha llevado a algunos a especular sobre su naturaleza como nahual, una figura mitológica con la capacidad de transformarse en animal.

La Facultad de Ciencias, Medicina y Filosofía y Letras son sus escenarios predilectos, lugares donde su presencia, aunque etérea, se siente con fuerza. Su leyenda se ha transmitido de generación en generación, susurrada en los pasillos y bibliotecas, reforzada por recientes menciones en podcasts como "Extra Anormal", que han reavivado el interés por este enigma universitario.

La conexión de la Mujer Perro con los eventos de 1968 añade una capa de complejidad a la narrativa. Se dice que en el caos de la ocupación militar de Ciudad Universitaria, previa a la tragedia de Tlatelolco, la Mujer Perro protegió a una estudiante que se escondía en un baño. El relato describe cómo la joven, aterrorizada por los sonidos de pasos y jadeos que se acercaban, se encontró con la figura de la Mujer Perro, quien al parecer la resguardó del peligro. Esta historia, transmitida a lo largo de los años, ha contribuido a la imagen de la Mujer Perro como una guardiana protectora de los estudiantes en peligro.

Más allá de la veracidad de los avistamientos, la Mujer Perro representa algo más profundo. Es un reflejo del imaginario colectivo universitario, una manifestación de las ansiedades y esperanzas de una comunidad que ha vivido momentos históricos cruciales. La leyenda de la Mujer Perro se convierte así en una metáfora de la resistencia, la protección y la búsqueda de seguridad en tiempos de incertidumbre. Es un recordatorio de que, incluso en los lugares más racionales y académicos, hay espacio para lo inexplicable, para las historias que nos conectan con lo misterioso y nos hacen cuestionar los límites de la realidad. ¿Es la Mujer Perro un producto de la imaginación colectiva, una entidad sobrenatural o simplemente una historia que nos ayuda a comprender nuestro pasado? Quizás la respuesta reside en el propio misterio, en la capacidad de la leyenda para persistir y evolucionar con el tiempo, manteniendo viva la llama de la curiosidad y la fascinación por lo desconocido.