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10 de junio de 2025 a las 09:35

Domina el escenario global

La sombra de la duda se cierne sobre México. No es un secreto, sino un clamor a voces que resuena incluso en los corredores internacionales. La Organización de los Estados Americanos (OEA), en un informe que ha generado ronchas en el oficialismo, ha puesto el dedo en la llaga de un proceso electoral judicial cuestionable, un proceso que, lejos de fortalecer la democracia mexicana, la erosiona desde sus cimientos.

La elección de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, celebrada el pasado domingo, ha dejado un regusto amargo. La OEA, con la imparcialidad que le confiere su posición internacional, ha señalado la falta de transparencia y la preocupante influencia de la 4T en el proceso. Los “acordeones”, esos listados pre-elaborados con los nombres de los candidatos “favoritos”, circularon impunemente, coartando la libertad del voto y manchando la legitimidad de la elección. ¿Democracia? La OEA, con argumentos sólidos, sugiere que lo ocurrido en México se aleja peligrosamente de este ideal.

Las críticas de la OEA no se limitan a la cuestionable jornada electoral. La reforma judicial, implementada a toda prisa y sin el debido debate, pone en riesgo la independencia del Poder Judicial, un pilar fundamental de cualquier democracia. Los requisitos laxos para los candidatos, la complejidad de las boletas y los recortes presupuestales a la autoridad electoral, completan un panorama preocupante que nos acerca, a pasos agigantados, a un escenario autoritario.

La reacción de la 4T ante el informe de la OEA ha sido, como era de esperar, de rechazo e indignación. Acusan a la organización de injerencismo, escudándose en la soberanía nacional. Sin embargo, la soberanía no puede ser un pretexto para silenciar las voces críticas ni para justificar prácticas antidemocráticas. La historia nos ha enseñado, una y otra vez, que la OEA, a pesar de sus imperfecciones, suele tener razón en sus observaciones. Ignorar sus advertencias sería un grave error.

La soledad de Claudia Sheinbaum en este escenario es palpable. Abandonada por sus propios “correligionarios”, quienes parecen más interesados en socavar su poder que en fortalecer al país, la presidenta se encuentra aislada en el concierto internacional. Su llamado a la OEA a guardar silencio contrasta con sus anteriores declaraciones, en las que celebraba el diálogo y la cooperación internacional. ¿Dónde quedó la congruencia? ¿Dónde quedó el compromiso con los valores democráticos que alguna vez pregonó?

La nota diplomática enviada por la Secretaría de Relaciones Exteriores, rechazando las recomendaciones de la OEA, es una muestra más de la postura defensiva del gobierno. El argumento de la no injerencia, si bien válido en principio, pierde fuerza cuando las propias acciones del gobierno socavan los principios democráticos. El futuro del Poder Judicial, y con él, el futuro de la democracia mexicana, pende de un hilo. El informe de la OEA es una llamada de atención, una oportunidad para rectificar el rumbo. ¿Estará la 4T dispuesta a escuchar? El tiempo, implacable, nos dará la respuesta.

Fuente: El Heraldo de México