
Inicio > Noticias > Meteorología
10 de junio de 2025 a las 07:40
Belleza Texana: Tormenta Única Cautiva
La imponente silueta de una supercélula tormentosa se alzó sobre los campos de Clarendon, Texas, el pasado 8 de junio, pintando un lienzo efímero de belleza y poder en el cielo crepuscular. Miles de testigos quedaron hipnotizados ante el espectáculo, sus cámaras captando la inmensidad de la nube que ascendía, según estimaciones, hasta unos imponentes 12 kilómetros de altura. La noticia del fenómeno corrió como la pólvora a través de las redes sociales, donde las imágenes de la tormenta se viralizaron, generando asombro y admiración a partes iguales.
Entre los observadores se encontraba Vince Waelti, un reconocido cazador de tormentas con años de experiencia a sus espaldas. Waelti, visiblemente impresionado, compartió su experiencia en la plataforma X (antes Twitter): “Jamás había presenciado algo semejante, ni siquiera la tormenta de Iowa en 2022, que también presentaba estas tonalidades, se compara con la intensidad de los azules vibrantes que iluminaban la tormenta de Clarendon”. Sus palabras, cargadas de emoción, transmitían la magnitud del evento meteorológico.
Lo que hizo aún más excepcional a esta tormenta, además de su tamaño colosal, fueron las brillantes líneas azules que la adornaban. Un espectáculo de luz y color que, si bien no es del todo inusual, se vio magnificado por la hora del día y la ausencia de contaminación lumínica. El sol, en su descenso hacia el horizonte, bañaba los cristales de hielo y las minúsculas gotas de lluvia suspendidas en la nube con una luz dorada, creando el efecto de líneas azules eléctricas que parecían recorrer la tormenta.
Este fenómeno, conocido como “hora dorada” en fotografía, se produce cuando el ángulo del sol en el horizonte es bajo, lo que provoca una dispersión de la luz que resalta los tonos cálidos y crea un efecto mágico en el paisaje. En el caso de la tormenta de Clarendon, la "hora dorada" actuó como un prisma gigante, refractando la luz solar a través de las partículas de agua y hielo, dando lugar a esas impresionantes líneas azules que cautivaron a tantos.
Tras el fugaz momento de calma que precedió a la tempestad, la tormenta descargó su furia sobre Clarendon, dejando a su paso una de las precipitaciones más intensas de la temporada. La belleza efímera de la supercélula dio paso a la fuerza bruta de la naturaleza, recordándonos su poderío y su capacidad para generar tanto asombro como respeto. El episodio de Clarendon se convierte así en un ejemplo más de la fascinante dualidad de los fenómenos meteorológicos, capaces de manifestarse con una belleza sublime y, al mismo tiempo, con una fuerza desatada. Un recordatorio de la inmensa potencia de la naturaleza y de la importancia de la observación y el estudio de estos eventos para comprender mejor nuestro planeta. La experiencia, sin duda, quedará grabada en la memoria de quienes la presenciaron y servirá como un valioso testimonio para la comunidad científica.
Fuente: El Heraldo de México