La violencia de género, una lacra que persiste a lo largo de la historia, sigue marcando la vida de millones de mujeres en todo el mundo. En México, la realidad es alarmante: ocho de cada diez mujeres han sufrido algún tipo de violencia, ya sea física, psicológica, económica o simbólica. Este dato, por sí solo, debería ser suficiente para impulsar un cambio radical en nuestra sociedad.

La experta en violencia de género, Blanca Ivonne Olvera Lezama, autora del libro "Del acoso #metoo al feminicidio #niunamas", nos ilumina sobre las raíces históricas de este problema. El patriarcado, con su hegemonía masculina y la construcción de un lenguaje que perpetúa la desigualdad, es un factor clave. Los estereotipos de género, profundamente arraigados en nuestra cultura y amplificados por los medios de comunicación, contribuyen a la normalización de la violencia.

La educación, tanto en el hogar como en la escuela, se presenta como una herramienta fundamental para romper este círculo vicioso. Olvera Lezama destaca la importancia de empoderar a las niñas y mujeres a través del conocimiento y la formación. "La educación es poderosa", afirma. "Mientras más capacidad tengas, te abrirá la mente para distinguir qué es violencia". La brecha educativa entre hombres y mujeres, aún presente en muchas comunidades, perpetúa la vulnerabilidad de estas últimas.

Las cifras son desoladoras. En 2021, solo 5 de cada 100 denuncias por abuso sexual culminaban en sentencia. La impunidad, que alcanza un 76% en los casos de feminicidio, alimenta el miedo a denunciar. Muchas mujeres, víctimas de violencia en el ámbito laboral, familiar o social, callan por temor a las represalias, a la falta de credibilidad o a la revictimización por parte de las autoridades.

La encuesta realizada sobre violencia de género revela que el 86% de las personas encuestadas han experimentado o conocen a alguien que ha vivido una situación de violencia de género. Sin embargo, la percepción generalizada es que la mayoría de las mujeres no buscan ayuda. Este dato nos interpela como sociedad: ¿qué estamos haciendo mal? ¿cómo podemos generar un entorno de confianza para que las víctimas se sientan seguras al alzar la voz?

La negación del problema por parte de algunas autoridades, como denuncia Ivonne Olvera Lezama, es un obstáculo adicional. Minimizar la magnitud de la violencia de género solo perpetúa la impunidad y dificulta la implementación de políticas públicas efectivas.

La lucha contra la violencia de género no puede ser una tarea aislada. Requiere un compromiso colectivo, una transformación profunda de nuestras actitudes y comportamientos. Desde el hogar, podemos promover conversaciones abiertas, desafiar los estereotipos de género y modelar relaciones saludables. En la escuela, es fundamental educar en igualdad y respeto. En el ámbito laboral, es necesario implementar protocolos de actuación ante casos de acoso. Y en el espacio público, debemos visibilizar la problemática y exigir justicia para las víctimas.

Informarse, concientizar y actuar son los tres pilares fundamentales para erradicar la violencia de género. No podemos permitir que la indiferencia y la normalización se impongan. El futuro de una sociedad justa e igualitaria depende de nuestro compromiso individual y colectivo. No nos quedemos callados.