La jornada electoral del 1º de junio marcó un hito en la historia democrática de México. No solo por la magnitud del proceso, sino por la trascendencia de elegir, por primera vez a través del voto popular, a los magistrados que conformarán el Poder Judicial. Un hecho sin precedentes en un país de las dimensiones del nuestro, y que, a pesar de las complejidades inherentes a un proceso de tal envergadura, ha sido calificado como un éxito rotundo por el magistrado Felipe de la Mata Pizaña.

Este logro democrático, sin embargo, no ha estado exento de desafíos. El Tribunal Electoral, pilar fundamental de nuestra democracia, ha tenido que sortear presiones y descalificaciones provenientes de diversos frentes. Voces críticas, incluyendo exconsejeros, analistas e incluso miembros del poder judicial, han intentado socavar la labor del Tribunal, cuestionando sus decisiones y poniendo en tela de juicio su imparcialidad. Ante estos embates, la institución se ha mantenido firme, apegada a la Constitución y a la legislación electoral vigente, demostrando una vez más su compromiso con la legalidad y la transparencia.

La defensa de la institucionalidad democrática ha sido la bandera del Tribunal. Resistir las presiones, mantenerse fiel a los principios constitucionales y aplicar los criterios establecidos en elecciones anteriores, como la del 2018, ha sido la respuesta ante los intentos de influir en sus decisiones. El magistrado De la Mata ha denunciado incluso intromisiones por parte de jueces de distrito, citando resoluciones que calificó de “estrambóticas” y que pretendían extralimitarse en sus funciones. La batalla por la independencia del Poder Judicial se libra en múltiples frentes, y el Tribunal Electoral se ha erigido como un baluarte contra lo que el magistrado denomina “una oligarquía judicial” que históricamente ha buscado ejercer control sobre la justicia.

A pesar de reconocer que la elección popular de jueces y magistrados no es un modelo ideal, el magistrado De la Mata ha destacado el carácter democrático e histórico del proceso. Nunca antes un país con la complejidad y el tamaño de México había llevado a cabo una elección de esta naturaleza. La decisión de los representantes populares, elegidos a su vez por la ciudadanía, ha derivado en una mayor democratización del Poder Judicial.

De cara al futuro, y ante la posibilidad de una elección similar en 2027, se plantean mejoras para optimizar el proceso. La implementación del voto electrónico, la revisión del diseño de la boleta electoral y la sustitución del mecanismo de tómbola por un sistema de puntaje basado en méritos profesionales son algunas de las propuestas que se han puesto sobre la mesa. Estas innovaciones buscan fortalecer la transparencia, la eficiencia y la legitimidad del proceso electoral.

Finalmente, el magistrado De la Mata ha hecho un llamado a la ciudadanía a mantenerse vigilante del desempeño de los jueces electos. La participación ciudadana, la observación crítica y el escrutinio público son elementos esenciales para consolidar la democracia y garantizar la independencia del Poder Judicial. El futuro del país, afirma el magistrado, se construye con la participación activa y responsable de todos. Hay razones para la esperanza, pero la construcción de un México más justo y democrático requiere del compromiso constante de la sociedad.