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9 de junio de 2025 a las 11:45

Transformación Sorprendente

El eco de 1945 resuena con una fuerza inquietante en el panorama internacional actual. Si bien la melodía de la historia nunca se repite de forma idéntica, existen rimas, paralelismos que nos obligan a la reflexión. En Yalta, las potencias vencedoras trazaron un nuevo orden mundial sobre las cenizas de una guerra devastadora. Hoy, las brasas de nuevos conflictos amenazan con incendiar un sistema internacional ya debilitado por la erosión de la confianza y la multiplicación de las tensiones.

La desaparición de los líderes en 1945, coincidiendo con el fin de la guerra, marcó un punto de inflexión. Hoy, si bien no asistimos a una mortalidad similar, sí observamos un cambio generacional en el liderazgo global, con la incertidumbre que ello conlleva. La promesa incumplida a Gorbachov respecto a la expansión de la OTAN resuena como un presagio en la actual crisis ucraniana. La desconfianza sembrada entonces ha germinado en un conflicto que desgarra el tejido de la seguridad europea y nos coloca al borde de un abismo.

La devastación de la Europa de posguerra encuentra un reflejo distorsionado en la Ucrania actual, un país desangrado por la invasión. La bipolaridad de la Guerra Fría, con sus dos polos de poder claramente definidos, se ha fragmentado en un mundo multipolar, más complejo y volátil. La amenaza nuclear, latente durante décadas, vuelve a proyectar su sombra ominosa sobre la humanidad. La invasión rusa a Ucrania no es un incidente aislado, sino un síntoma de un malestar más profundo, de la fractura de un orden internacional basado en reglas que ahora parecen papel mojado.

La comparación entre el entonces y el ahora nos revela una paradoja inquietante. Estados Unidos, artífice del orden de posguerra, se erige hoy como uno de sus principales deconstructores. El cuestionamiento de las instituciones multilaterales, la retórica belicista y las ambiciones territoriales que se le atribuyen, dibujan un escenario preocupante. China, por su parte, emerge como una potencia revisionista, dispuesta a reescribir las reglas del juego en su propio beneficio. La alianza entre Moscú y Pekín añade una nueva capa de complejidad a un panorama ya de por sí intrincado.

La impotencia de la ONU ante los conflictos en Ucrania y Gaza es un síntoma de la parálisis del sistema multilateral. El veto en el Consejo de Seguridad, concebido como un mecanismo para evitar guerras, se ha convertido en una herramienta para perpetuarlas. La crisis climática, la pérdida de biodiversidad, las pandemias y la disrupción tecnológica se suman a un cóctel explosivo que amenaza con desestabilizar aún más el mundo.

Ante este panorama desolador, ¿queda espacio para la esperanza? La respuesta, como en 1945, reside en la capacidad de la comunidad internacional para reconstruir un orden basado en la cooperación, el respeto al derecho internacional y la búsqueda de soluciones pacíficas a los conflictos. La reforma de las organizaciones internacionales, la creación de nuevas alianzas y el fortalecimiento de la diplomacia son imperativos para evitar que la historia se repita en su versión más trágica. La canción de Lennon, rescatada del olvido, nos recuerda que el futuro no está escrito y que, en cada momento, tenemos la oportunidad de construir un mundo mejor.

Fuente: El Heraldo de México