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9 de junio de 2025 a las 12:50

Secretos de Tlalnepantla

La sombra de la corrupción se cierne sobre Tlalnepantla, un municipio del Estado de México que, históricamente, ha sido botín del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Millonarios presupuestos, convertidos en la caja chica de gobernadores y en el premio para aquellos políticos tricolores que realizaban “servicios especiales”. Un sistema de favores y lealtades que ha permeado la administración pública durante años, dejando un rastro de opacidad y despilfarro.

Recordemos el caso de Luis Felipe Puente, exsecretario del gobierno mexiquense, quien, según se dice, asesoró “desinteresadamente” a Marco Antonio Rodríguez Hurtado en su fallida campaña postelectoral. Una muestra más de la intrincada red de influencias y compadrazgos que ha caracterizado la política en Tlalnepantla. ¿Desinterés o pago de favores pasados? La pregunta queda flotando en el aire.

La dinastía Ugalde es otro ejemplo paradigmático de cómo el poder se hereda dentro del PRI. Arturo Ugalde Meneses, tras su paso por la alcaldía, colocó a su hija, Denisse Ugalde Alegría, en el mismo puesto. Una sucesión familiar que se repitió con Pablo Basáñez García, quien, tras recibir la alcaldía de manos de Ugalde Meneses, la entregó posteriormente a la misma Denisse Ugalde. Una especie de "toma y daca" político que deja entrever la fraternidad -o conveniencia- dentro del partido.

Sin embargo, la herencia que recibió Basáñez no fue precisamente próspera. Las arcas municipales estaban colapsadas, producto de un desfalco millonario. El escándalo de la compra fantasma de programas a instituciones como la UAEM, por las que se pagaron sumas exorbitantes, aún resuena en la memoria colectiva. Un escándalo convenientemente silenciado desde el gobierno estatal. Señalan a la Tesorería municipal de entonces como la orquestadora de este lucrativo negocio. Muchos de los implicados, hoy en día, ocupan cargos en otras alcaldías y, seguramente, "están poniendo sus barbas a remojar". Incluso, se rumorea que un personaje clave en este desfalco, que operaba desde un órgano de fiscalización, ahora ocupa un puesto en Atizapán de Zaragoza. El tiempo, como siempre, dirá.

Pero no solo el PRI ha sacado provecho de Tlalnepantla. Los panistas también han tenido su parte del pastel, amasando fortunas y asegurando el futuro económico de sus descendientes. Alcaldes que llegaron con poco, terminaron viviendo en opulentas residencias en la Zona Esmeralda de Atizapán de Zaragoza. Casos como el de Ulises Ramírez Núñez, quien pasó de la alcaldía de Tlalnepantla a ser diputado, senador e incluso asesor de Juan Camilo Mouriño, o el de su discípulo, Marco Antonio Rodríguez Hurtado, quien, tras ser impulsado por Ramírez Núñez, terminó aliándose con el PRI, demuestran cómo la ambición y el oportunismo trascienden las fronteras partidistas.

Finalmente, la "gratitud" del PRI hacia Pablo Basáñez queda patente en su reciente nombramiento como presidente del Instituto Reyes Heroles, filial Estado de México. Una muestra más de que, en política, los favores se pagan, y a veces, con creces. La historia de Tlalnepantla es un recordatorio de la importancia de la transparencia y la rendición de cuentas en la gestión pública, y de cómo la corrupción, como una enfermedad silenciosa, puede carcomer las instituciones y perjudicar a la ciudadanía. La pregunta que queda es: ¿hasta cuándo seguirá este ciclo de impunidad?

Fuente: El Heraldo de México