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9 de junio de 2025 a las 09:35

SCJN: Decisión Histórica

La elección de Hugo Aguilar Ortiz como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación no es solo una noticia, es un terremoto en el panorama jurídico mexicano. Imaginen, por un momento, cuatro décadas de un sistema judicial sordo a las voces de los más vulnerables, un sistema que protegía a las élites y castigaba la pobreza. En ese contexto, la llegada de un jurista mixteco, un defensor de los derechos indígenas, un hombre forjado en la lucha social, a la cabeza del máximo órgano de justicia, representa una ruptura, un cambio de paradigma sin precedentes.

No se trata simplemente de la llegada de un indígena a la presidencia de la Corte, aunque eso, en sí mismo, ya es histórico. Hablamos de la posibilidad real de una transformación profunda del sistema. Aguilar Ortiz no llega con la intención de maquillar la fachada, sino de demoler los cimientos de un sistema que ha perpetuado la injusticia. Su lema de campaña, "Ya nos toca", resonó en millones de mexicanos hartos de la impunidad y la desigualdad. No fue un simple eslogan, sino el grito de un pueblo que exige ser escuchado.

Recordemos los Diálogos de San Andrés Larráinzar, la lucha del EZLN por el reconocimiento de los derechos indígenas. Aguilar Ortiz estuvo ahí, no en la comodidad de un despacho, sino en el terreno, escuchando, asesorando, defendiendo. Su trayectoria no se mide en títulos académicos, sino en batallas ganadas en nombre de los oprimidos. Su experiencia en Naciones Unidas, su trabajo como funcionario público sin afiliación partidista, demuestran su compromiso con la justicia social, con un ideal que trasciende las ideologías y los intereses personales.

En este último año, México ha experimentado una serie de cambios que parecían imposibles. La elección de Claudia Sheinbaum como la primera presidenta del país, la implementación del voto directo para elegir a los magistrados de la Corte, y ahora, la llegada de Hugo Aguilar Ortiz a la presidencia, son señales inequívocas de una nueva era. Una era en la que el poder se acerca al pueblo, en la que las instituciones se abren a la diversidad y la inclusión.

La victoria de Aguilar Ortiz, sin embargo, no es el final del camino, sino el comienzo de una tarea titánica. Transformar el aparato judicial, erradicar el clasismo y el racismo institucionalizados, garantizar el acceso equitativo a la justicia para todos los mexicanos, son retos que requieren no solo de la voluntad de un hombre, sino del compromiso de toda la sociedad.

La imagen de un presidente indígena de la Suprema Corte de Justicia es poderosa, simbólica, pero el verdadero triunfo se medirá en las acciones concretas, en las sentencias que protejan a los débiles y castiguen a los poderosos, en la confianza que el pueblo recupere en sus instituciones.

Hoy, con la llegada de Hugo Aguilar Ortiz a la presidencia de la Corte, el pueblo ha entrado, y con él, la esperanza de una justicia verdadera. Una justicia que no solo se pronuncie en español, sino también en las lenguas originarias de este país diverso y pluricultural. Una justicia que no se limite a interpretar la ley, sino que la aplique con equidad, con humanidad. El camino es largo, pero el primer paso, el más importante, ya se ha dado.

Fuente: El Heraldo de México