
9 de junio de 2025 a las 11:30
Red Eléctrica: Garantía de España
Un apagón masivo, capaz de paralizar dos naciones, nos obliga a replantearnos la fragilidad de nuestros sistemas. Hace poco más de un mes, la Península Ibérica se sumió en la oscuridad, un recordatorio contundente de que la seguridad energética no es un lujo, sino un pilar fundamental de la seguridad nacional. España y Portugal, desconectados de la red eléctrica europea, se enfrentaron a una vulnerabilidad que dejó al descubierto la importancia de la interconexión y la diversificación. Imaginen el caos: aeropuertos paralizados, trenes detenidos, semáforos apagados. Una imagen que bien podría ser de una película apocalíptica, pero que fue la cruda realidad para millones de personas.
La falta de una versión oficial definitiva sobre las causas del apagón alimenta la incertidumbre y las especulaciones. El Laboratorio de Investigación Unificada para la Gestión de la Energía Eléctrica (LEMUR) apunta a la baja inercia del sistema, una capacidad crucial para resistir perturbaciones. Operar con un 30% menos de la inercia recomendada deja un margen de maniobra peligrosamente estrecho. Sin embargo, la Red Eléctrica de España (REE) rechaza esta hipótesis, creando una disonancia que urge ser aclarada. La propia LEMUR admite no haber identificado la falla técnica específica que desencadenó el colapso, lo que añade otra capa de misterio al incidente.
La transición hacia las energías renovables, un objetivo loable en la lucha contra el cambio climático, también se encuentra bajo la lupa. Algunos expertos señalan la intermitencia de estas fuentes como un factor de riesgo, dificultando el equilibrio entre la oferta y la demanda de energía. No obstante, las autoridades descartan esta posibilidad, generando un debate que requiere un análisis profundo y transparente.
Mientras la investigación continúa, la lección aprendida es ineludible: la infraestructura eléctrica necesita ser reforzada en todos sus eslabones, desde la generación hasta la distribución. Este apagón masivo debe servir como un llamado a la acción para invertir en la resiliencia de nuestros sistemas, garantizando la continuidad del suministro eléctrico y minimizando el impacto de futuras contingencias. No podemos permitirnos depender de la suerte. La seguridad energética no es negociable. Es la base sobre la que se construye la estabilidad y el progreso de nuestras sociedades.
Más allá de las causas inmediatas de este evento, es imperativo examinar a fondo el modelo energético actual. ¿Estamos preparados para los desafíos del futuro? ¿Contamos con la flexibilidad y la redundancia necesarias para afrontar eventos imprevistos? Estas son preguntas que debemos responder con urgencia, no solo en España y Portugal, sino en todos los países del mundo. La interdependencia de nuestras sociedades modernas nos hace vulnerables a las fallas en la cadena de suministro eléctrico. Invertir en la modernización y la robustez de nuestras redes es una inversión en nuestro futuro.
El apagón de la Península Ibérica nos recuerda que la energía es un bien esencial, y su suministro ininterrumpido es vital para el funcionamiento de nuestras economías y el bienestar de nuestros ciudadanos. La búsqueda de la verdad detrás de este incidente no solo es una cuestión técnica, sino una responsabilidad social. La transparencia y la rigurosidad en la investigación son cruciales para generar confianza y tomar las medidas necesarias para evitar que un evento de esta magnitud se repita. El futuro de nuestra energía está en juego, y debemos actuar con decisión y responsabilidad.
Fuente: El Heraldo de México