La escasez de agua en la Ciudad de México continúa siendo un desafío en 2025, y el programa de tandeo se mantiene vigente como una medida para administrar el suministro en diez alcaldías, entre ellas Iztapalapa, una de las más pobladas de la capital. Si bien el Gobierno de la Ciudad ha implementado acciones para mejorar el abasto, como el mantenimiento de las redes hidráulicas, la realidad es que miles de habitantes aún deben adaptarse a horarios específicos para acceder al vital líquido.

Imaginen la vida cotidiana en un hogar donde el agua no fluye libremente del grifo. Planificar las tareas domésticas, la higiene personal, incluso la preparación de alimentos, se convierte en una danza sincronizada con los horarios de suministro. La incertidumbre de no saber si el agua llegará en el momento previsto genera una tensión constante, una preocupación latente que se suma a las presiones diarias.

En Iztapalapa, 58 colonias de un total de 176 se ven afectadas por este programa. Para quienes residen en estas zonas, la información se convierte en un recurso vital. Conocer los horarios de tandeo es fundamental para organizar la vida familiar, y la lista de colonias afectadas, publicada en la Gaceta Oficial del 29 de enero de 2025, se transforma en una guía indispensable. Este documento, árido en su lenguaje oficial, cobra una relevancia crucial en la vida diaria de los iztapalapenses.

Pero, ¿qué ocurre cuando el agua no llega a pesar del horario establecido? La dependencia encargada ha dispuesto medios para solicitar pipas, una solución temporal que alivia la emergencia, pero que no resuelve el problema de fondo. La imagen del camión cisterna llegando a la colonia se convierte en un símbolo de la precariedad, un recordatorio constante de la fragilidad del sistema de abastecimiento.

Ante esta situación, el Gobierno capitalino ha implementado una medida para mitigar el impacto económico en las familias afectadas: un descuento del 95% en el pago de derechos de agua. Si bien este descuento representa un alivio para los bolsillos de los ciudadanos, no compensa la incomodidad y la incertidumbre que genera la falta de acceso regular al agua.

Más allá de las cifras y los comunicados oficiales, es importante poner el foco en las historias humanas que se esconden detrás del tandeo. Las familias que se despiertan en la madrugada para llenar cubetas y tinacos, los niños que aprenden a valorar cada gota de agua, los adultos mayores que enfrentan dificultades para acceder a este recurso esencial.

Mientras tanto, la ciudad continúa su pulso incesante. Las fugas, como la reportada recientemente en la Avenida de las Torres, nos recuerdan la complejidad de la red hidráulica y la necesidad de invertir en su mantenimiento y modernización. La imagen de los trabajadores reparando la fuga bajo el sol implacable es un testimonio del esfuerzo constante por garantizar el suministro, una batalla diaria contra la escasez en una megalópolis sedienta. El futuro del agua en la Ciudad de México depende de la implementación de soluciones a largo plazo, que vayan más allá de las medidas paliativas y garanticen el acceso equitativo a este recurso vital para todos sus habitantes.